Cinco apuntes sobre periodismo narrativo

Alberto Salcedo Ramos
2017 Telar  
que, en sus primeros tiempos como cronista de un importante periódico colombiano, sufrió muchos desengaños por la falta de espacio para publicar sus historias. En realidad, no era que escaseara el espacio, sino que se lo negaban con el argumento de que al público le fastidiaban las crónicas. El país estaba en crisis -le decían-y por eso el mejor camino para acceder al lector era informar escuetamente sobre lo urgente. Para sortear el escollo, Juan José apeló a dos cualidades de las que nunca se
more » ... habla en las escuelas de periodismo: resistencia y malicia indígena. Lo primero le sirvió para aguantar los desencantos sin pensar en retirarse y sin contemplar la opción de arrojarse por la ventana. Y lo segundo, para descubrir la única luz posible en medio de aquella oscuridad. Había -¡Eureka!-una manera de publicar sus crónicas cada semana: el truco consistía en mandarlas a la redacción los jueves por la tarde, que era cuando los editores salían del periódico hacia el club a jugar golf. Conviene que muchos chicos que andan por ahí con ganas de publicar crónicas vayan tomando nota de este inesperado requerimiento: para sobrevivir no basta con aguzar el ojo y cultivar la voz personal: hay que endurecer la piel, blindarse contra las inclemencias del entorno, alinearse sin titubeos en el bando de los testarudos. Sin esa terquedad será imposible sobrevivir a la tiranía de ciertos medios que confunden lo urgente con lo importante, y no por desorientación profesional sino porque, evidentemente, están más interesados en las cuentas que en los cuentos. Y sin duda por eso -como bien lo observa el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez-prefieren una forma telegráfica fácil de digerir, cuyos componentes básicos son los datos, el sensacionalismo y el lenguaje universal de los números. "Bajo
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