[ ] 3 Editorial Tiempo de asombro e incertidumbre
Javier Ruiz Sánchez
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En 1964 los escritores Arkadi y Borís Strugatski publicaron Трудно быть богом/ Trudno byt bogom/Qué difícil es ser dios, una de sus novelas de ciencia ficción más célebres, que no se libró de la crítica y censura soviéticas de la época, como otros muchos de sus libros, algunos de los cuales no pudieron ver la luz hasta finales de los años ochenta, la época de Gorbachov, de la glasnost y la perestroika. Parafraseando a Fredric Jameson, qué inusual que mucho de un género literario ligue
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... ente su destino a una cuestión política, más si se trata de un género popular en el peor sentido, relegado en nuestro país a los rincones más vergonzantes de las librerías, rin-cones no pocas veces compartidos con los libros que apenas rayan o rebasan el límite de lo literario, y de los que hace muchos años ya salió, por ejemplo la novela negra, ascendida casi al nivel de la alta cultura. El escenario de la novela es un planeta distante de la tierra, en un momento de desarrollo histórico muy similar a la Edad Media europea; el protagonista es un cien-tífico social enviado dentro de un grupo de observadores desde la Unión Soviética de nuestra tierra futura para documentar los procesos de transición del sistema feudal a un protocapitalismo urbano incipiente, documentar sobre todo las transformacio-nes de las relaciones de poder y, como si de un laboratorio a gran escala se tratara, comprobar in situ la validez de la dogmática teoría del desarrollo de la historia en la base del proyecto comunista. Sin entrar en mayor detalle, los acontecimientos que empiezan a tener lugar en uno de los reinos principales del planeta comienzan a di-vergir de dicha teoría básica, ante lo que sólo caben tres posibilidades: la ignorancia de dicha divergencia (relegadas por imposibles a simple fruto de la imaginación), el asombro y la necesidad de reescritura del dogma, comprobada su sensibilidad a la incertidumbre, y la posible o no intervención, alcances y límites y naturaleza y ética de la misma, desde la casi divina posición de aquél que conoce el futuro y tiene poder para cambiarlo. Los urbanistas, ligados a una disciplina que se desarrolla como síntesis fagoci-tando la ciencia social al servicio de la técnica de intervención, están asistiendo con asombro los últimos veinticinco años a unos acontecimientos que, precisamente des-de el fracaso de las reformas de Gorbachov y las consecuencias del mismo, desbordan las teorías y ponen en cuestión incluso la posibilidad de la acción. La caída del muro de Berlín y el nuevo orden mundial global, la naturaleza de los nuevos conflictos evidenciada por las nuevas formas de terrorismo e insurrección urbana, el vínculo entre el nuevo capitalismo financiero y el nuevo espacio de flujos imposibles de des-materializar y desvincular de un inercial espacio histórico, ponen a prueba nuestro conocimiento y nuestra capacidad de intervención. En estos tiempos de asombro e incertidumbre, una revista académica está más obligada que nunca a contribuir al necesario giro copernicano marcado por los acon-tecimientos y la realidad. Frente al optimismo y la idea de progreso en la base del proyecto político-espacial del siglo XX, traducido en un proyecto de transformación desde la confianza basada en la certidumbre, donde la mera ensoñación de un futuro posible y deseado e ideológicamente controlado ponían en marcha la maquinaria del poder al servicio de su consecución, nos enfrentamos a un continuo cuestionamiento de las ideas, un necesario retorno a la ideología como una nueva conciencia de la ciencia. Nuestra relación con el tiempo histórico y con la propia ciencia no son ya más la relación que ha presidido nuestra disciplina desde su origen decimonónico y que la
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