Palabras preliminares [chapter]

2019 De la literatura latinoamericana a la literatura (latinoamericana) mundial  
Palabras preliminares ¿Cuáles son las razones para adjetivar la literatura con un gentilicio? O en términos más esenciales, ¿puede la literatura ser, por ejemplo, peruana o neozelandesa? ¿Cuál sería el factor que permite que un texto sea considerado mexicano? ¿Una novela es austríaca porque su autor es de nacionalidad austríaca, porque aborda tópicos austríacos -como el vals-, porque fue escrita en Austria o por alguna otra razón? La lengua en la que está redactada no podría ser la variable
more » ... rminante, porque, si fuera así, toda la literatura austríaca sería alemana. Y la uruguaya, española. ¿Qué hace diferente a la literatura argentina de la uruguaya? ¿Son realmente diferentes o siquiera susceptibles de ser diferenciadas? Y, en todo caso, ¿Witold Gombrowicz es un escritor polaco o argentino? Posiblemente el interrogante sea banal, pero reconocerlo como tal no aboliría el hábito de la adjetivación, tan recurrente como naturalizado. Quizás, en realidad, sea la articulación de varios elementos lo que permitiría asignarle un gentilicio a un artefacto literario, y aun así siempre sería difícil de justificar por qué un texto debe o puede ser asociado con una determinada configuración geocultural. Creo que percibir esta dificultad coincidiría, finalmente, con reconocer la ineludible cuota de arbitrariedad contenida en cualquier denominación de este tipo. Cambiar la escala, por otra parte, de ninguna manera simplificaría el dilema sino al contrario: ¿Juan L. Ortiz es un poeta entrerriano, litoraleño, argentino, latinoamericano o mundial? Cualquiera sea la variable que se elija, siempre sería posible justificarla o cuestionarla. De acá se sigue que el uso de gentilicios en el mundo de la literatura es artificial. No en el sentido de "falso", pero sí en el de que no habría nada intrínseco a ella que autorice la operación. La acción de designar un texto o un escritor como guatemalteco o latinoamericano se fundaría, entonces, en factores extraliterarios. El acto respondería no a necesidades de la literatura sino a las de determinados grupos humanos en eventual relación de tensión con otros. Y daría lo mismo si la escala es provincial, nacional, regional o transcontinental. Una petición de principio sobre la que se funda este libro es, entonces, que tanto las diferentes declinaciones nacionales de la literatura así como la literatura latinoamericana y también la literatura mundial son ficciones elaboradas en función de proyectos políticos, culturales o económicos, no literarios. En tanto ficciones constituyen, desde luego, entidades con existencia plena, pero no por naturaleza, sino por convención, porque hay pactos que las reconocen e instituyen. Habría que resaltar, además, que los proyectos que las sostienen se encuentran, si no en competencia, al menos en tensión entre sí. A las ficciones ya constituidas voy a proponer añadir, por mi parte, una que puede ser denominada literaturas locales. El marco general en el que habría que leer este armado sería, por lo demás, el actual debate en torno al concepto Weltliteratur.
doi:10.1515/9783110622096-202 fatcat:k64cdxcemrgctlvm26t7swlbz4