Ángel Zárraga, de Jorge Alberto Manrique
Elisa García Barragán
1986
Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas
Aztec Art es sin duda una signifícativa adición a la valiosa serie de contribu-· ciones de la doctora Pasztory a los estudios del arte prehispánico. Este libIO, de magnífica implesión, reproduce con una alta calidad fotográfica una representativa muestra de lo más granado ele las colecciones museísticas mundiales de arte mexica . . Estructuralmente el trabajo se divide en tres partes: en la primera hace una exposición somera del horizonte histórico de la cultura azteca, de la Conquista y de las
more »
... implicaciones que ésta tuvo en la vida de los pueblos mesoamericanos En la segunda parte, expone Su método de organización del material que estudia y presenta lo que a mi modo de ver es la parte medular del libro: un grupo de conceptos teóricos de trascendencia. La tercera parte está compuesta por nueve capítulos en los que analiza la producción artística atendiendo al material en el que fueron realizadas las ob-ras., En su primera parte, creo que no hay nada nuevo, pero como se trata de una obra de difusión, realmente no puede esperarse ninguna aportación en este sentido, sin embargo, hay algunos puntos que no dejaron de sorprenderme, por ejemplo, su mención al hablar genéricamente de las pirámides en la zona maya, dice "Excavacionei> Iecientes han demostrado que la mayoría de las pirámides mayas eran tumbas pala sus gobernantes" (p 39), dado que no acompaña su aseveración de ninguna cita bibliográfica, es imposible conocer su fuente de información al respecto, Sin embargo, por lo menos en el territorio mexicano, las excavaciones en la zona maya más importantes, son las llevadas a cabo en Yaxchilan. En esta ciudad del Usumacinta han sido encontrados enterramientos asociados a edificaciones, empero, son edificios de tipo habitacional y situados en la periferia del centro ceremonial Dado que no conocemos el origen de su aseveración, cabe suponer que la doctora Pasztory habla de pirámides en un sentido genélico y no con relación a los basamentos piramidales rematados por un santuario, pues hasta donde se sabe, el caso de Palenque es excepcional en el ámbito mesoamericano . . En este mismo capitulo, la doctora Pasztory cae en un error muy común: aseverar que Cortés quemó sus naves (p, 13). No deja de sorprender que des· pué s de conocer la precisión de la autora en trabajos anteriores, incurra en inexactitudes como ésta A este respecto cabe señalar que la obra carece de citas bibliográficas, aunque repito, dado que esta obra está destinada a lectores no especializados en el tema, es probable que esta deficiencia haya sido planeada exprofeso., Otra inexactitud en la que incune la autora, es al referirse a la estación Pino Suárez (Piño Suárez aparece en el libro) se ubica en el sur de la ciudad de México, si bien es al sur del recinto ceremonial de T enochtitlan, pIOvoca confusión el que se diga de este modo, especialmente si se piensa en nuestro tiempo y en las dimensiones de la actual ciudad En cuanto a sus proposiciones s3bre una concepción, fundamentalmente en el terreno de la estética del arte azteca, hay que destacar la eficiente maneta como organiza la autora los puntos que en él tlata: en primer término, hace una separación de los objetos de acuerdo con el material en el que fueron hechos, pues advierte, y yo creo que muy acertadamente, que la impoTtancia de una obra de plumaria, materia prima de tan difícil obtención en el a!tipla·. no, es superior a uno de piel de animal (a excepcÍón de la de jaguar), ya que las pieles de animales las usaban los nómadas y bárbaras . . En segundo término, hace un desglosamiento de diferentes elementos iconográficos que ella encuentra en el arte azteca: diseños, símbolos, emblemas, glifos, figuras humanas, nanación, espacio y lugar, relaciones iconográficas de los elementos, visibilidad e invisibilidad y transformaciones . . Estas convenciones iconegráficas, como ella las llama, se acompañan de ilustraciones que aclaran con precisión algunos de los incisos. La separación de estos temas muestra un gran tino de la dactoza Pasztory pues además de la lucidez con Ia que están expuestos sus conceptos, es un acieIto de organización, ya que la complejidad iconográfica del arte mexica se ve simplificada a través del método de la doctora PasztoIY . . La última paIte de este capítulo tan pleno de conceptos, está relacionado con el artista en el mundo náhuatl, cleo que sin añadir nada sustancial a 10 que se ha dicho sobre el individuo como ptoductor de una obra artística en esta cultura, la autora hace una exposición completa y por demás útil. En general, creo que es una obra de enorme valol, aunque en lo personal, no me convencen totalmente algunos de los análisis que ella hace de los grandes monolitos mexicas, como la identificación de la base de la Coatlicue monumental, que ella nomina como Tláloc, y, a través de ello, expone que los mexicas se sentían herederos de la realeza tolteca, puesto que Tláloc era una deidad de enorme importancia entre esos legendarios antepasados de los aztecas. Sin embargo, señala también el trasfondo político de h ejecución de obras como la Coatlicue y al emparentarla con la Cihuacóatl, resalta que existe un paralelo entre esta deidad y el personaje político de idéntico nombre que, como es sabido, era de trascendental relevancia política entre los aztecas . . Creo que estor. postulados de la autora son verdaderamente una aportación al conocÍmiento de la vida de los pueblos mesoamericanos y sí bien la doctora Pasztory ya los había sustentado en publicaciones anteriores, en Aztec Art, le da una categoría contundente . . Sólo me queda lamentar una vez más, que estas publicaciones de tanta calidad editorial, sean como de costumbre, publicadas en el extranjero. María Teresa Uriarte
doi:10.22201/iie.18703062e.1986.55.1285
fatcat:q67j4pjuibcd3pw26sa23mpmla