Jesús Puerta

El Círculo, Estético De, América Latina
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1.-La diferencia latinoamericana: La situación paradójica en la cual los centros metropolitanos (Europa y Estados Unidos; pero especialmente Europa) proyectan en América Latina las fantasías y los deseos brotados de su propia insatisfacción neurótica, para después ser importados, adoptados y adaptados como espejos en los cuales creemos reconocernos, ha adquirido relevancia y hecho crisis en varios momentos históricos. Los ensayos de La Montaigne, la bondad natural rousseuniana, el interés de
more » ... intelectuales europeos en las revoluciones latinoamericanas, etc. son muestras de ello. Se convirtieron sucesivamente en pensamiento independentista y foquismo revolucionario, magullándose por el camino, obligándonos a replantear al final, nuevamente, la insoluble cuestión de nuestra identidad en situaciones de crisis o de ruptura de los espejos. Hoy ocurre algo parecido en esta "era postmetafísica". Asumiendo la interpretación de Agnes Heller del postmodernismo, como el paréntesis dentro de la modernidad desde donde se señalan los límites y la crítica de ella en su conjunto, podemos caracterizar la actual situación del pensamiento como la de una coincidencia o engranaje de varias trayectorias de pensamiento, sólo visible para un punto de vista posibilitado por la globalización, especialmente en su aspecto de interconexión de toda la geografía planetaria, que presenta la heterogeneidad cultural del mundo como un mosaico o un inmenso mercado de recursos culturales. Insoluble por mal planteado, el problema de nuestra identidad latinoamericana se ha disuelto y deslegitimado por varias vías en medio de esta condición postmoderna. Se ha disipado principalmente el supuesto metafísico sustancialista, aristotélico, de una especie de "núcleo duro" identitario, previo a cualquier relación que siempre será, o bien circunstancial, o bien lógica y, por tanto, tautológica. Se ha disuelto también la especificidad al subsumirse en una genérica periferia articulada a unos centros, como el lado malo de una realización espléndida. Esa periferia se presenta como la "verdad" espantosa de la riqueza "aparente" del capitalismo: su producción de miseria y carencias sistemáticamente funcional a la producción de suntuosidades. La periferia es función de los centros, y viceversa. La identidad, la igualdad consigo mismo, finalmente pierde sentido, puesto que nos definimos en relación a nuestra función, al otro implicado en la relación estructural. En esta lógica, pudiera pensarse la identidad como posibilidad de un proyecto de ruptura del sistema mismo que nos coloca como simple función. Pero la factibilidad del aislamiento global como política (insinuado entre otros por Jameson) es altamente cuestionable. La identidad (nacional, en este caso) llevada a estos extremos, se convierte en fundamentalismo que no es sino la simple réplica del fundamentalismo imperialista, aparte de ser la ultracompensación insatisfactoria de la pérdida de sentido de la significación asignada por la función que se cumple en el sistema. Todo ello mientras, paralelamente, otra identidad, la individual, la psicológica, se descompone en instancias distintas y enfrentadas desde Freud y Nietzsche. Por ello la noción de "identidad" luce descaminada para la reflexión dentro de estos marcos. Maffesoli ofrece una alternativa conceptual mediante lo que denomina la identificación
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