Uno de los contrastes bien llamativos que puede observar el historiador en la forma de entenderse y plantearse los problemas americanos más agudos en los siglos XVI y XVII y la forma en que se los ve, ya avanzado el siglo XVIII, está en la misma diferencia de los campos de interés preferente. En aquella época no sólo era el indio el sujeto de tantas controversias y polémicas, con su dramatismo conmovedor, el que saltaba de juntas a proyectos y utopías, una y otra vez, sino también el que

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... una tan amplia corriente criticista, que aún hoy la tenemos presente como testimonio de un espectacular sentimiento moralista, que constituye una ejemplar autocrítica que nos honra. La preocupación religiosa, con la comunicación de la fe, y el cargo de conciencia, con la responsabilidad del delito contra Dios, eran las palancas movidas frente a los abusos y extorsiones de quienes se dejaban arrastrar por las tentaciones de la ambición desmedida 1 . Por el contrario, a medida que el siglo XVIII avanzó, se diluía también la admonición apocalíptica, que llegó a culminar todavía a fines del siglo XVII, según los alegatos hechos, por ejemplo, por el famoso marqués de Varinas, para centrarse el interés -ya avanzado el nuevo siglo -en objetivos de rentabilidad, especialmente en las formas de obtener efectivas producciones, ahorros en costos y todos los aditamentos concurrentes a ese fin supremo del progreso, hacia el que apuntan las preferencias por las ciencias positivas y las reformas de la Ilustración. El proyectismo del siglo