Trayectoria con versatilidad Hacia una dramaturgia nacional: cinco autores del Teatro Libre
Claudia Montilla, Ricardo Camacho
2013
unpublished
348 págs., il. el teatro en Latinoamérica hirvió de fervor político en los años sesenta y setenta del siglo anterior. Fueron los años del surgimiento del Teatro del Oprimido, de Augusto Boal que buscaba empoderar a los sujetos; del teatro campesino de Víctor Zavala Cataño en Perú, aliado de la lucha política y que convierte al mismo Zavala en miembro del directorio de Sendero Luminoso; del teatro campesino de Luis Valdez enseñando a los trabajadores chicanos en los Estados Unidos, y en Colombia
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... es el momento del desarrollo del teatro colectivo de Enrique Buenaventura y de La Candelaria. Todos con afán de denuncia, de sacar el teatro como arte de las élites y llevarlo a sectores populares en los que la búsqueda estética se aunaba a un ideal de reivindicar derechos. Objetivos similares animan a diversas agrupaciones de arte dramático que surgen, algunas con método y arte, otras con solo exaltación, algunas se consolidan, muchas desaparecen. Hacia 1973 y en contravía con las tendencias teatrales de construir teatro en comunidad surge el Teatro Libre, un grupo que en sus inicios no escapa a la suprema politización del arte, pero en contravía con la tendencia que marcaba el sello de nuevo teatro en Colombia, la creación colectiva, se enfoca en un teatro de autor. "La verdadera estructura de una obra está amarrada, a través de un dramaturgo, a un acto de creación personal" afirmó Ricardo Camacho, en una entrevista que le concedió a Patricia Jaramillo. Ricardo Camacho, quien ha sido fundador y parte integral de la historia del Teatro Libre desde sus inicios, actúa aquí como compilador, junto con Claudia Montilla, de este libro que ofrece un panorama de los logros y trasegar por diferentes estéticas de un grupo que ha mantenido fuerte presencia en el teatro bogotano. El título del libro puede desorientar un poco al lector, pues aunque se habla de cinco autores el texto contiene siete obras: los inquilinos de la ira (1975), la agonía del difunto (1977), Episodios comuneros (1981), Un muro en el jardín (1985), Sobre las arenas tristes (1986), Gato por liebre (1991) y Algún día nos iremos (2013). Los autores que cuentan con dos obras publicadas a través de este texto son Piedad Bonnett y Jorge Plata. Como antología, se ve un esfuerzo por presentar variedad: cubre un periodo de producción de 1975 a 2013, diversos métodos de producción, y diferencias en el manejo dramatúrgico a que da lugar la obra: desde monólogo (Gato por liebre) hasta una obra para presentar en plaza pública con personajes que intentan representar pluralidad mediante personajes "coro" y "narradores" (Episodios comuneros). Estas obras en su particularidad dan fe del recorrido de la agrupación por el tiempo, las estéticas, los actores (entre los cuales se cuentan artistas de no baja envergadura como Carlota Llano, Consuelo Luzardo, Laura García, Héctor Rivas, César Mora, etc.) y las preocupaciones sociales de los diferentes dramaturgos, porque a pesar de la variación, la constante sigue siendo el uso del teatro como género con gran historia política en Latinoamérica. Dentro de las obras que se presentan, dos hacen referencia directa a hitos de la historia política y cultural del país y se crearon con motivo de conmemoración o aniversario. Episodios comuneros logra una puesta en escena dos siglos después del acontecimiento que se reconoce como la Revolución Comunera, antecedente de la independencia de Colombia. Diseñado para una plaza pública, esta pieza mantiene un dejo muy popular y es la más didáctica de todas las que aparecen en el libro. Con los tonos heroicos casi patrioteros envuelve la figura de José Antonio Galán mientras el papel de malvados corresponde al rey, al enviado del rey, Francisco Gutiérrez de Piñeres, el negociador Berceo y el arzobispo, esbozados con perfil de traicioneros ("De oveja en tigre se cambia"). Llama la atención el uso de antilogías (discurso contrapuesto entre dos personajes) que sirve para mostrar contraste de opiniones, y darle protagonismo a la multitud en muchos apartes, en vez de a un personaje singularizado. Además, ese diálogo que se antoja alalimón, le da un aspecto singular a la obra que, vista con los ojos del siglo XXI, pierde más que ganar con el afán propagandístico del que hace gala. En contraposición a esta quizá se encuentra la obra de Eduardo Camacho Guizado, Sobre las arenas tristes, que se estrenó en 1986 y también es un homenaje a la figura histórica de José Asunción Silva a los noventa años de su muerte (falleció en 1896). En esta obra prima una juiciosa investigación sobre la vida del poeta y de artesanía verbal al entretejer poemas del bardo en los diálogos dramáticos, mientras se reflexiona paralelamente sobre una vida a la que acucian asuntos de arte y estética, mientras que los temporales, prosaicos, ahogan. Ambas obras pertenecen a un tipo de teatro documental, aquel amigo de la historia y de la investigación, pero hacen evidente cómo la temática y la puesta en escena de estas puede divergir en grado sumo, los grandes gestos grandilocuentes que se piden en la primera, se olvidan en el trabajo con la sutilidad del diálogo y las emociones de la segunda. La primera épica y la segunda relacionada con la subjetividad. También se encuentran obras tempranas que surgieron de los talleres de escritura teatral impulsados por el grupo mismo. Estas obras denotan un uso del elemento cómico de manera más aventajada que en cualquiera de las otras de la antología: la agonía del difunto, de Esteban Navajas, la que más ha representado el Teatro Libre y que muestra el problema de la tierra y del poder, pero cambiando el paradigma: desde el principio son los pobladores los que tienen el poder y controlan la situación, pero el terrateniente (Agustino Landazábal) y su mujer (Carmen Zuleta) son los protagonistas de las incidencias en las que por última vez quieren engañar a los campesinos. Como es común a la comedia, se juega con equívocos y engaños, pero a la vez se mantiene una fuerte voz política. Otra obra que también surgió de los talleres y también trata el problema de la tierra es los inquilinos de la ira, de Jairo Aníbal Niño. Quizá la característica que más TE ATRO TE ATRO
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