Alfredo Armas Alfonzo: las alas del ángel
Luis Britto García
1994
Revista iberoamericana
Ay, Tomas, que Cs preferible que a uno le nazcan adentro cualquier cosa menos las alas del angel por fuera. TiO no yes que son tan fragiles que se rompen con la primera ventolera. Alfredo Armas Alfonzo: Los desiertos del angel. EL ANGEL -DEL CRIOLLISMO A LA VISION Una cr6nica pueblerina inventari6 los objetos de la ruralidad latinoamericana. La critica los descalific6 llamandolos temas del criollismo. Para el gusto exquisito, no debian ser abordados jamas: el campo, las eminencias aldeanas, los
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... dos oficios de la cotidianidad: eran lo vulgar, lo ya visto. Pero Lhabian sido alguna vez mirados? Pues el ojo del naturalista s6lo habia descubierto en ellos fealdades, el del panfletista politico miserias, el del positivista, barbaries, y el del esteta, paisajes. No mentian, aproximaci6n de un narrador -letrado, modernizante, eurocdntrico y reformista-a una teluricidad a la que representaba como primaria. A mediados de este siglo tal disyuncion entre narrador y tema coagul6 en relatos que transmitian, mediante retbrica hiperculta, versiones tremendistas de una realidad donde no habia personaje que no fuera mutilado o agonizante o idiota, ni tierra que no fuera devoradora. La caracterizacion de la naturaleza como Madre Terrible o Reino de la Muerte se impuso desde las ciudades que Ia expoliaban. Alfredo Armas Alfonzo anduvo en sus relatos juveniles en los alrededores de este enfoque. Pero por esa dpoca hizo suyo el lema de Unamuno: para dar en el clavo, hay que golpear cien veces en la herradura. De tanto arrancarle chispas al yunque de la memoria, obtuvo tambidn luz. A partir de cierto momento, en su narrativa ya no hay esa disyuncion entre forma hiperculta y sujeto hiperdestruido, esa separacion entre narrador civil y naturaleza salvaje. Una prosa a Ia vez coloquial y clasica, en la cual las inflexiones y entonaciones populares no aparecen como interferencias, sino como una segunda naturaleza; elimina toda oposicion entre l o narrado y el narrador. Este ultimo encuentra por fin sitio adecuado y armonioso en su universo. En otras palabras, resuelve, por la via literaria, el problema de nuestra compleja y contradictoria identidad. Pues ya no son antagonicos texto y contexto. De tal manera, y por procedimientos que no pretendo esclarecer totalmente, el enfoque se transforma en vision.
doi:10.5195/reviberoamer.1994.6524
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