Figuración, narración, liberación : el método paranoico-crítico de Salvador Dalí
Brad Epps
1995
Revista de lenguas y literaturas catalana gallega y vasca
Todos los valores concretos de la pintura moderna seguirán siendo eternamente traducibles a nivel material en eso que yo personalmente siempre he amado: ;E1 dinero! Salvador Dalí, Los cornudos del viejo arte moderno "Don Quijote era un loco idealista. Yo soy loco catalán. Es decir, una locura con mucho sentido comercial"'. Así dice Salvador Dalí, también conocido, en una célebre pulla anagramática de André Bretón, como "Ávida DoUars"^. El éxito comercial, la conversión del arte en mercancía y
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... la creatividad en capital, marcan a Dalí de una forma tan explícita, tan descarada, que muchos críticos e historiadores del arte lo evitan, o lo des-precian, como si pudiera mancharlos. Estas manchas no son las del semen evocado en El gran masturbador (1929) ni las del excremento visible en El juego lúgubre (1929) que fascinaban a Georges Bataille^ casi tanto como inquietaban, o repelían, a André Bretón; son, más bien, las manchas doradas, y no siempre tan visibles, del dinero. El dinero es tan perturbador, al menos en lo que atañe al arte, que el toque de ' Diccionario privado, 26. -En una entrevista radiofónica de 1952, André Bretón se refiere a los cuadros de Dalí, "[cjuadros que valían más que la celebridad completamente americana de la que disfrutan actualmente [y que] no son los únicos trofeos de esta exploración sin retorno [que fue el surrealismo]" (Enlreliens 158). En las palabras de Bretón, esta exploración "nos ha valido" "trofeos" como Un chien andalón y L'Age d'or, entre otros. Lo que me interesa aquí no es sólo el valor de una cita del cabeza, o papa, del movimiento suiTealista, sino también el interés que dicha cabeza tiene, o puede tener, en emitir y establecer valores. El valor de Dalí, el valor verdadero y auténtico, tal y como lo formula Bretón, se sitúa fuera de los Estados Unidos y fuera del presente. El auténtico valor, parte de una exploración sin retorno, se sitúa, en cambio, en Europa y, lo que más, en el pasado. El valor que Bretón le concede a Dalí es el valor de cierto pasado europeo; el pasado de la modernidad, el pasado de la vanguardia. Hablando en 1952, Bretón sugiere que el único valor que le queda a Dalí es un valor falso, inauténtico, loca e insanamente comercial. Más de cuarenta años más tarde, poco parece haber cambiado, por lo menos en lo que respecta a Dalí. Según la mayoría de los críticos, sus "mejores obras," las.de verdadero valor, datan de los años veinte y treinta y se contrastan con obras "atómico nucleares" como El'torero alucinógeno (1968-70), La desimegración de la persistencia de la memoria , y Virgen joven siilo-sodomizadu por su propia castidad (1954) y con obras religiosas como El Cristo de San Juan de la Cruz (1951) y La cena ( 1955), todas ellas indicativas de un curioso mesianismo nuclear, una reconciliación del valor de la fe con el valor de la ciencia. ' Véase "Le jeu lúgubre."
doi:10.5944/rllcgv.vol.4.1994.5721
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