Como una conversación desordenada de café
Maryluz Vallejo
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Yo me acuerdo mal de usted mario hernán lópez Editorial Universidad de Caldas, Manizales, 2014, 153 págs. el profesor López Becerra, que ha alternado sus cátedras de economía con los cargos administrativos en la Universidad de Caldas sacándole tiempo a la escritura de ficción y no ficción, es uno de esos intelectuales de ciudades pequeñas, como Manizales, que engrandecen el hábito de la observación mientras filosofan sobre asuntos de extrema o leve gravedad en la mesa coja de algún céntrico
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... Gracias a estos tertuliantes sin afán, que remojan sus lenguas con el café de la tierrita o con bebidas espirituosas, pervive el género del ensayo breve, alojado en las columnas de los medios locales o en los blogs que hoy día ofrecen una atalaya verdaderamente independiente, como "La loca de la casa", creado por un colectivo que se dedica a la observación de la política y la literatura, donde el profesor ha escrito con asiduidad en los últimos años. Allí, sin someterse a la tiranía de la actualidad, escribe semblanzas de personajes locales legendarios, como los polémicos escritores Tulio Bayer y Néstor Gustavo Díaz, declarados non gratos en la ciudad; y clama por la impunidad en el caso de los asesinos de Orlando Sierra, subdirector de La Patria. Una y otra vez vuelve sobre el festival de teatro, revulsivo para la sociedad pacata y mojigata, el festival de jazz, y deja minicrónicas de viaje sobre otras ciudades inspiradoras como Nueva York. De ese blog con más de cien publicaciones salió el material de esta antología. Lo que constata el lector, tras leer los 45 artículos, es su cambiante registro. Pasa de epifanías donde convergen fondo y forma, a textos más planos donde el compromiso político sofoca la expresión literaria. Los más logrados vienen a ser los primeros textos, con el encanto de los relatos breves sobre el tradicional barrio obrero Los Agustinos (del que se incluyen algunas fotografías de Carlos Pineda), un microcosmos que en sus callejuelas todavía esconde alquiladeros de libros y revistas en las tiendas, y personajes como el lector que espera ansiosamente cada mes la llegada del cartero con la revista que ofrece la China comunista de ensueño. También el recorrido por las galerías donde el picador de huesos jubilado vuelve por sus restos, y los sitios de encuentro, como la Librería Libélula. Justo esta librería hizo una encuesta entre los clientes para conocer a sus autores de culto y Mario Hernán López sugirió el suyo: el cubano Leonardo Padura Fuentes, quien desde el género policial retrata a la Cuba de antes y después de la revolución; lo que habla muy bien del gusto literario del comentarista, también admirador de Evelio José Rosero. Además de la pasión literaria, López va dejando en las páginas testimonio de sus gustos musicales y teatrales, estos últimos adquiridos en el contacto privilegiado con el reconocido festival de teatro internacional, sobre todo en los años ochenta y noventa, cuando los escenarios pusieron nuevamente a temblar los púlpitos en la muy católica Manizales. El autor, quien también hizo sus tablas, perteneció a la generación que se burló de esa Tierra de leones (1983), como la novela donde Eduardo García Aguilar parodia a los leopardos de la política que elevaron a las alturas nevadas el discurso grecolatino. De esos ires y venires estéticos e ideológicos da cuenta este libro, que recoge textos desde el año 2005 hasta el 2013 a manera de conversación casual. El propio autor, en el prólogo, dice que los textos versan sobre tres asuntos centrales: la literatura de ficción, la ciudadanía y la opinión política. Por ello la primera parte titulada "Militancias literarias" depara gratas sorpresas, como los relatos mencionados sobre el barrio de infancia, donde cuesta separar los límites de la realidad y la ficción. El segundo bloque es el de "Relatos urbanos", donde el escritor funge de cronista pateador de calles, paseante benjaminiano que pega la hebra con cualquier parroquiano y declara su amor inconforme por Manizales. La última parte del libro versa sobre asuntos políticos, en los que se advierte su formación en temas relacionados con el conflicto armado, la economía y las políticas públicas. En estos textos, que soportan títulos tan pesados como "La literatura en las teorías del desarrollo" se torna más docto y en la misma medida aleja a los lectores que venían engolosinados con su "filosofía de bolsillo". Pero allí se cuelan artículos significativos, como el titulado "Literatura para los tiempos del uribismo", donde sospecha de las calidades de la novela Tres ataúdes blancos, de Antonio Ungar, ganadora del Premio Herralde 2010 y se atreve a dictaminar lo que reseñadores de los grandes medios no se atrevieron a decir para no quedar sepultados, como que dejará de leer de una vez y para siempre "las novelas colombianas que parecen solazarse con la creación de personajes maniqueos y caricaturescos, sanguinolentos y vanidosos, fotocopiados de los noticieros nacionales" [pág. 134]. Es de celebrar el empuje editorial de la Universidad de Caldas que ha venido publicando, además de las colecciones académicas, las literarias de autores regionales para llegar a un público más amplio. Si bien internet nos ha permitido mantener contacto con los escritores más ocultos en los pliegues de la provincia, quienes voluntaria y hasta involuntariamente terminan en redes sociales que ponen a circular sus obras, nada reemplaza el contacto material con los libros, por rústicos y discretos que sean. En ese tránsito del ciberespacio al papel, los escritos de Mario Hernán López ganarán otros lectores, de esos que resaltan, subrayan y dejan comentarios al margen, como entrometidos en una amena conversación que salta de un tema a otro, donde no faltan frases contundentes, como la que da título al libro, que Mario Hernán López le lanza a un político promesero en época electoral: "Yo me acuerdo mal de usted".
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