De nuevo García Márquez Pa ra llegar a García Márquez

Juan Cobo Borda
unpublished
1997. 256 págs. Se tiene la impresión en Colombia, de unos años para acá, de que a la obra de García Márquez no hay que leerla para entenderla. Quizá sea ésta una de las peores desgracias con que el destino literario, que nunca es homogéneo, ha castigado a ese autor paradójico: en su tierra, en la q ue nadie es profeta, él lo es, pero nadie lo entiende. Sus mEjores libros se venden cada día más, pero las lecturas de profundidad que se realizan sobre ellos son cada día menos. Sus libros peores
more » ... venden mejor: sobre ellos no hay lectura profunda que sea válida. Ante esta verdad, será reconfortante para el autor o para algún sector de su público descubrir libros como el más reciente de Juan Gustavo Cobo Borda. Es una colección de textos que no tiene pretensiones de interpretación exfoliadora ni de última palabra, pero cuyas páginas contienen reflexiones lúcidas y cariño por el tema tratado. Éstos no son los únicos méritos. Para llegar a Carda Márquez comprende ensayos sobre cuatro de sus principales novelas, y comentarios literarios sobre las demás ; comprende textos q ue quieren investigar, con una especie de propósito lúdico, un aspecto esencial de la obra entera del escritor; una breve entrevista, una cronología y una bibliografía. Debo decir de Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. 37. núm. 53. 2000 inmediato que ésta última es sin duda una de las más exhaustivas puestas a disposición del público colombiano, y que resulta el primer testimonio de la seriedad y el rigor documental que refleja la obra crítica de Cobo Borda. Se trata de un investigador incansable, acumulador terco y paciente, aunque sólo se trate de una curiosidad personal y maravillosamente egoísta. Paseando por la bibliografía he conocido Ia existencia de trabajos que ignoraba: confío en que el lector podrá decir lo mismo. Todo cdtico, en cuanto lector, sabe y admüe que el placer se deriva mayormente de la voz del autor-objeto que de las reflexiones sobre la obra, al menos en una primera instancia. La entrev ista que cierra el corpus del libro tiene catorce páginas; son las que he le ído con mayor interés: su tono es justo, la labor del entrevistador adecuada, la agudeza desnuda y falsamente casual de García Márquez se encuentra en todo su esplendor. Ignoro si Cobo Borda nos habrá regalado el texto entero, pero creo que no es ése el caso: catorce páginas no bastarían nunca para "cuatro horas de comadreo literario". Los textos de la raza de "Los niños en la obra de García Márquez" y "La poesía en la obra de García Márquez" son movidos por la pasión que una obra provoca, y que lleva a intentar agotar nuevos aspectos, a buscar nuevas excusas para aproximaciones frescas. No es posible decir que el estilo de Cobo Borda sea elegante; es en estas páginas , que reclaman la presencia constante de la palabra que reflexiona. donde ello cobra imagen. Pero lo que se revela es la lectura puntillosa y segura que, con el rigor y sin la rigidez de la estadística, con la seriedad y sin la grandilocuencia de la critica, realiza alguien que durante mucho tiempo ha convivido con los libros que comenta. Parecidas cosas pueden decirse sobre los pasajes que Cobo Borda redacta, con mayor o menor afán hermenéutico, sobre las obras de García Márquez, tomadas individuaJmente. Tras un ensayo inusual sobre La hojarasca, en el que Cobo Borda ubica la novela en línea directa descendiente desde los dramas atenienses de Faulkner, el crítico tiene aun tiempo de hacer algunas de las re-t1exiones más justas que puedan hacerse e CA LITERA RIA sobre la relación entre literatura y política, literatura y poder. literatura y compromiso. Con respecto a La hojarasca , la peor de las grandes novelas de Faulkner, Mientras agonizo, es tomada (no sin razón) como punto de partida técnico de esa obra debutante . Desde la similitud conceptual entre dos textos que uti lizan el entretejido de varios monólogos para construir la trama, es lícito para el crítico suponer esa filiación. En la entrevista posterior, dice García Márquez que escribió La hojarasca con " un método completamente woolfiano: su técnica era la de La señora Dalloway, aunque los cóticos, que son tan brutos. no se hayan dado cuenta". '"Vueltas en redondo en tomo a García Márquez", he dicho, hace un examen diáfano, de opiniones medidas y justas, acerca de la conflictiva posición de este autor que teme visceralmente a la frase de Julio César: es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es. Su fmmación prelitenuia cede el paso al cuestionamiento (o aJ escepticismo) que debe rodear sus acciones extraliterarias. Se incluye el texto que García Márquez leyó y firmó, acompaí1ado de otras figuras públicas, y que fue enviado a la Coordinadora Guerrillera. Pero Cobo Borda recuerda, sin embanw, de ~ esta carta que marcó una época y quizá el trastorno de una visión de la realidad. que '"se ha puesto un énfasis tan piiOiitario en la política, como única explicación posible, que cualquier otra vfa para situarnos en el mundo se vuelve cada día menos lícita". Y después añade qu e ·'Borges era más contradictorio, y por consiguiente mejor escritor que Mario Benedetti". Si existe, en fin , un evidente tono hiperbólico en las últimas páginas de es tricta crítica: si algunos de estos 12 1
fatcat:aze6n4qc5vgrdff34hjvl4jwrm