El autor en su doble: Don Pío Baroja y El árbol de la ciencia
Javier Salazar Rincón
1994
Epos Revista de filología
En La intuición y el estilo, volumen quinto de sus Memorias, Pío Baroja reconoce que: . . ^ ,-u j i •• es imposible no tener simpatía o antipatía deliberada por los tipos inventados por el autor, que, en general, no son más que desdoblamientos de sí mismo'. ^ La coincidencia de la crítica sobre este asunto es casi unánime: Toda la obra de Baroja, escribe SALVAIXJR C1J3TAS, «podffa compararse a una informe y larga autobiografía si no de sus vicisitudes anecdóticas y concretas, sí de su vida
more »
... l e intelectual» («El azar y la intuición. Baroja reconsiderado a través de sus opiniones sobre literatura», en JUAN BENET y otros, Barojiana, Madrid, Taurus, 1972, pp. 113-142, y p. 133 para el fragmento citado); e ISABEL CRIAIXJ MIGUEL ha señalado como fuente única de la narrativa barojiana «la persona misma del autor, su íntima problemática personal, su autorrealización progresiva» {Personalidad de Pío Baroja. Trasfondo psicológico de un mundo literario, Barcelona, Planeta, 1972, p. 317). Véanse también los trabajos de LUIS SÁNCHEZ GRANEL, Retrato de Pío Baroja, Barcelona, Editorial Bama, 1953, pp. 169 y ss.; y «Autor y personaje en la obra barojiana». Cuadernos Hispanoamericanos, 265-267, julio-septiembte, 1972, pp. 3-10. * José Ortega ha recordado acertadamente cómo toda la creación literaria, y la narrativa barojiana de manera muy especial, supone «la búsqueda en cada uno de sus personajes mediante la transitoria negación de sí mismo, de una totalidad humana a la que el novelista-narrador aspira», y en cuanto a El árbol de la ciencia, la obra «resume, quizá mejor que ningima otra novela del autor vasco, esa búsqueda que el autor-personaje -sujeto y objeto de la experimentación-efectúa para encontrarse a sí mismo» [JOSÉ ORTEGA, «Andrés Hurtado: im estudio en alineación. (£/ árbol de la ciencia)». Cuadernos Hispanoamericanos, 265-67, jul-sept. 1972, pp. 591-599, y 591-92 para ambas citas]. «El árbol de la ciencia [ha escrito Isabel Criado] es el replanteamiento más radical que Pío Baroja hace de su vida; la realidad y el fracaso se presentan con absoluta desnudez y sinceridad. En algunos aspectos, Andrés Hurtado es más Pío Baroja que Baroja mismo, porque lo que el hombre ordinariamente oculta, en momentos de angustiosa crisis vital, lo expresa» (ISABEL CRIADO MIGUEL, op. cit. p. 323). Y Azorín ya señaló años antes: «£/ árbol de la ciencia resume, mejor que ningún otro libro, el espíritu de Baioja. En sus páginas se puede ver fíelmente la sensibilidad, el estilo y la filosofía de nuestro artista» (AZORIN, Ante Baroja, Zaragoza, Librería General, 1946, p. 76) . ' «Igual que un gran edificio, o un lienzo, la obra de un novelista debería ofrecemos -y, en efecto, nos ofrece con frecuencia, si sabemos buscarlo-un centro de atención, una novela privilegiada que nos permita ordenar las demás y entenderlas mejor. Para mí, la novela esencial de Baroja es El árbol de la ciencia» (MANUEL DURAN, «El Baroja esencial: El árbol de la ciencia», ínsula, 308-309, julio-agosto, 1972, p. 14). El propio Baroja ya había señalado en uno de los volúmenes de sus Memorias, el titulado Firuil del siglo XIX y principios del XX, que «El árbol de la ciencia es, entre las novelas de carácter filosófico, la mejor que yo he escrito. Probablemente es el libro más acabado y completo de todos los míos, en el tiempo en que yo estaba en el máximo de energía intelectual. A pesar de su final trágico, no creo que deje un fondo de melancolía. Hay en ella una visión de la vida de tiempos pasados, una recapitulación» (OC, Vn, 801). * «.El árbol de la ciencia es ima de las novelas más conmovedoras y entrañables para los españoles que nacieron hacia 1900. No conozco otro libro que dé más exactamente, más directamente, la desesperanza moral, el desasosiego, la desorientación psicológica de parte de la España de esa 1982, pp. 215-217; JOSÉ ROMERA ^^^•^^^^^¿^Z^ el mfsmo autor. La Literatura referencial de su escnmra». en e vohnnen <^>^^^%l^"^ «p^ ^ p",g^tica de la como signo, Madrid. Playor. 198 . pp. ^]-^^'^Jf^° ," ,^ ^ española en el siglo veinte, autobiografía», en el volumen colectivo. La autobiografía en lengua P Laussane, Hispánica Helvética. 1991. pp. 201-218. en la Real Academia, incluido después en Rapsodias (I9i0). 263
doi:10.5944/epos.10.1994.9874
fatcat:a2czbbzo2jbido3eoddtrcnsvy