Pensamiento y mensaje en Pedro Henríquez Ureña

Aníbal Sánchez Reulet
1956 Revista iberoamericana  
no puedo rehuir, hasta cierto punto, el tono personal y autobiografico. Fue mi vida, como en la de tantos otros j6venes de America, una fuerza conformadora y orientadora. Fue el maestro con quien tuve la envidiable fortuna de mantener por mas de veinte afios, hasta su muerte, una entrafiable amistad. Y lo que aprendi de 61, lo aprendi en el trato cotidiano, mas que en la lectura de sus obras. Aprendi de e1 a tomar en serio el oficio de escritor: bajo su implacable lipiz rojo fue cobrando forma
more » ... i prosa adolescente. Aprendi de 61, tambien, casi todo lo que se de literatura. En sus clases, en sus conferencias, en la conversaci6n -mas que en sus libros-iba dando Don Pedro a sus discipulos, a sus amigos, los grandes esquemas, las categorias, los conceptos fundamentales de la est6tica y la historia literarias. Su conversaci6n bajaba muchas veces al nivel de la anecdota curiosa, del dato desconocido, de la fecha precisa: su memoria era prodigiosa. Pero nunca se quedaba alli: ascendia siempre al plano de las ideas. No s61o de: literatura hablaba Don Pedro. La literatura, con ser su principal pasi6n, no estaba divorciada, para 6l, del cuerpo total de la cultura y de la historia. Era, a lo sumo, el vasto litoral de un continente cuyas grandes planicies y rios y montafias y mesetas, tambi6n habia explorado. La literatura se prolongaba para Don Pedro en pintura, en misica,
doi:10.5195/reviberoamer.1956.1656 fatcat:jzmbs6gkrfewbimdjw7gaj6xke