El viaje a Rusia
Edición De, Miguel Arrese, Juan
2008
unpublished
iajar a Rusia es emprender un camino rumbo a lo desconocido, con la satisfacción del viajero ávido de aventuras, aquél que se convierte también en explorador de sensaciones, morador de un mundo fascinante, apenas sospechado, y conquistador de sueños en la vigilia. La expedición a la árida y misteriosa Rusia se venía fraguando desde la publicación de El País de Octubre (ed. de M. Cortés Arrese y J. A. Mancebo Roca, Naússicä, 2007), que analizaba en profundidad las relaciones artísticas y
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... es con la Revolución Rusa de 1917, y se convirtió en realidad a raíz de la organización de las Jornadas El Viaje a Rusia, dirigidas por el profesor Miguel Cortés Arrese y celebradas en la Facultad de Letras del Campus de Ciudad Real (UCLM), los días 31 de marzo y 1 y 2 de abril de 2008. En esta ocasión, Rusia se acerca a nuestro conocimiento mediante viajes mitológicos y aventuras arcaicas, circunstancias socio-políticas, expresiones artísticas y necesidades empíricas, conformando un recorrido por las visiones de aquellos viajeros moradores del horizonte que dejaron entre su legado auténticos testimonios de vida. El viaje comienza con la imagen proyectada de Rusia en los expedicionarios griegos. Miguel Ángel Elvira hace un recorrido por la presencia de tierras rusas en las leyendas mitológicas. Sumergiéndonos en la lectura de 'Las estepas Rusas en la mitología griega', visualizamos en la memoria escenas de héroes antiguos, laberintos, animales mitológicos, dioses y guerras en el imaginario en torno al Mar Negro y la aridez de territorios legendarios. Las incursiones griegas dieron lugar al establecimiento de colonias y un fructífero comercio, analizado por Adolfo J. Domínguez en 'La ruta de las colonias griegas en el Mar Negro', donde nos adentramos en las expediciones marítimas, la vida en las colonias -marcadas por los cultos practicados a divinidades griegas, especialmente a Aquiles, y la construcción de templos-, hasta llegar a las relaciones establecidas entre colonos y escitas y el testimonio plasmado sobre ellos por Heródoto. Javier Gómez Espelosín, con 'El espacio vacío: La imagen de Rusia en el imaginario griego', profundiza en la visión que tenían los griegos de los escitas, pueblos nómadas que habitaban los territorios del norte. Sus primigenios contactos, sus relaciones, su inclusión dentro de la geografía mítica griega, conforman un relato que vuelve a fijarse sobre el texto de Heródoto para conformar una percepción unitaria de aquellas regiones extrañas e inhóspitas. Continúa este viaje con las impresiones sobre Rusia de otros pueblos, otros viajeros, otros medios vigentes ya a partir del siglo XIX. Sonia Morales Cano hace un análisis de imágenes recogidas en un mosaico que conforma una panorámica visual de Rusia en diversos ámbitos. El arte, la arquitectura, la geografía, la cultura y la sociedad rusas son las auténticas protagonistas, esculpidas en los testimonios de autores hispanos a través de libros de viaje, prensa ilustrada o grabados. Estampas que mostraban la fascinación de los viajeros por el pintoresco exotismo de un pueblo caluroso en un ambiente gélido. 'Rusia vista por los diplomáticos españoles del siglo XIX (1801-1835) en el escenario de las relaciones hispano-rusas' es la aportación de Ángel Luis Encinas Moral, en la que podemos comprender los cambios producidos en tierras rusas desde el punto de vista de unos diplomáticos españoles que empezaron −tras la firma de una paz necesaria entre ambas potencias− a establecer acuerdos comerciales y políticos, solidificando una relación cordial y convirtiéndose en auténticos espectadores de lujo del transcurrir histórico ruso. Lourdes Cerrillo rescata la figura de Sergei Diaghilev a través de un minucioso recorrido por su vida y obra, hechos que forjaron la leyenda artística de sus ballets, de los que fueron testigos espectadores de medio mundo, incluido el mismo Manuel de Falla, con el que Diaghilev colaboró en El sombrero de tres picos. La obra del artista de San Petersburgo supuso así la irrupción de la expresión artística rusa en la cultura occidental de principios del siglo XX. Son los tiempos de la revolución, el mundo se vuelve hacia Moscú con expectación. La era marcada por la instauración de las Nuevas Políticas Económicas atrajo a multitud de viajeros, retratados en 'Una cierta imagen de la Rusia NEP', el relato de Miguel Cortés Arrese sobre aquellos que quisieron ser espectadores de la primera revolución socialista y dejaron para la posteridad el testimonio sobre sus vivencias, tan personales como dispares −desde el entusiasmo de Andreu Nin al desencanto de Eugeni Xammar y Walter Benjamin, pasando por el calmado aprendizaje de Josep Pla o la implicación de Joseph Roth, entre otras experiencias−, en un país que para muchos suponía un mundo nuevo, desconocido, engañoso a veces, tan monumental como sus iglesias y tan recóndito como sus paisajes. La curiosidad, la ilusión y la esperanza por la Rusia revolucionaria, impulsora de la historia más reciente de la humanidad, atrajo de igual forma a literatos y artistas, ávidos de experiencias y descubridores en muchos casos del lado oscuro del llamado País de Octubre. En 'El viaje a la URSS de André
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