La an-estética de la arquitectura
Antonio Miranda
2001
Astrágalo Cultura de la Arquitectura y la Ciudad
S implemente hablar de un libro implica cierta recomendación a los lectores respecto a ese mismo libro. El libro de Leach llega demasiado tarde tras tantos años de peste posmodemista. Pero un buen libro tiene sentido y alcance intemporal, y éste lo es. Como inglés, Leach, visto desde aquí, viene al menos a quitamos la horrible impresión que aquel detestable libelo de su paisano David Watkin, titulado Moral y Arquitectura. Digamos que en alguna medida viene a eliminar la basura vertida por aquel
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... paladín del abyecto posmodemismo al gusto de la mafia de Orlando, de Reagan, de Thatcher o del Príncipe Carlos. La tesis del libro es certera, conocida y reiterada. La arquitectura es un medio más de indoctrinación de masas, todo un sistema de propaganda y embrutecimiento como la mayor parte de la industria cultural escondida bajo el nombre de arte. Llevado por las manos del sagaz y cínico Baudrillard y del idealista y frívolo neo marxista Debord repite aquello que no por más sabido permanece lejos de la población. La arquitectura como espectáculo es otro narcótico o anestesia de las gentes, la estetización de nuestro mundo es el primer enemigo de la razón, como denunciara Benjamín ante los manifiestos futuristas y ante el imparable ascenso de Hitler. Hasta ahí todo aceptable y compartible. Pero la estetización no debiera ser en sí misma execrada. Son ciertas estetizaciones falsarias (embellecer la guerra, la violencia, la política fascista) y sólo algunas, las culpables de la destrucción de neuronas, las culpables de la indolencia acrítica y antisocial. Por otra parte, frente al siglo xxr debe sostenerse con Schiller que sin una crítica estética de la política, la izquierda no alcanzará la hegemonía deseada y tan necesaria para la mayoría. Por lo demás Leach a veces no es suficientemente crítico: Cuando su mentor -Baudrillard-pone la seducción en términos positivos sin notar que es justamente el afán de seducción, de gustar a todos, el origen del peor kitsch. Cuando no se denuncia, por tanto, la complicidad en la cadena maligna que lleva de la falsificación formal a la ignorancia, y de ésta al miedo, y de éste al odio social o fascismo. Cuando el propio Leach contrapone absurdamente seducción a producción, como si la producción en si misma fuese algo perverso, como si no estuviera la mitad de la población del planeta necesitando una mayor producción, como si lo pérfido fuese la producción misma y no su absurdo mercantil, su falsía, su desequilibrio en el reparto, su mal gusto y todas las demás consecuencias no de la producción sino del Gran Agente que la controla y manipula: el iletrado capitalismo mafioso internacional dirigido desde U.S.A. cxxv-125 ASTRAGALO, 19 (2001) Attribution-NonCommercial-ShareAlike -CC BY-NC-SA Review.
doi:10.12795/astragalo.2001.i19.15
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