Nos había dado varios sustos; de hecho, en los últimos años había visitado la unidad de cuidados intensivos en más de una ocasión. Sabíamos que, cada cierto tiempo y de modo poco menos que inevitable, le tocaba pasar por el hospital; no obstante, hasta ese fatídico 16 de diciembre, siempre había logrado recuperarse. Prueba de ello es que nunca le faltaban el humor y las fuerzas necesarias para bajar andando desde la Biblioteca Nacional, de la que era el primero de todos los usuarios (de ello

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... de dar fe el personal de esa institución), hasta su casa, situada cerca de la plaza de Mariano de Cavia. Unas veces tiraba por el Paseo del Prado; otras, las más, atravesaba el Parque del Retiro. Esta fue su rutina desde su jubilación como catedrático