Macedonio Fernández: Desacreditar el mundo

Marcela Croce
1996 Orbis Tertius  
Teorías y géneros "El "personaje" es toda la Literatura, y esta Literatura es probablemente la única Belarte", afirma Macedonio Fernández en una carta de 1940 a Germán Arciniegas, cuya sintaxis complejiza la revisión de algunos elementos de la Doctrina de la Novela de 1929 que por mediación de uno de sus primos del Mazo llegó a manos del escritor colombiano. Una entonación profética lo asiste cuando expone lo que orienta la ejecución de Museo de la Novela de la Eterna (MNE): "Belarte va a
more » ... ar en este siglo cuando alguien construya habilísimamente el personaje despersonador, desviviente", aislado de la literatura "bostezable" que las instituciones establecen como clásica. La Belarte se sostiene en la expulsión: su primera víctima es la poesía, desde la restricción según la cual "la prosa es la única belarte posible, la belarte de la Conciencia, y tiene dos géneros únicos: la belarte de Ilógica, que se dirige a la concusión de la conciencia intelectiva, y la belarte novelística, a la de conciencia de existencia" (Carta a Adolfo Bioy Casares, 19/1/38). Más allá de la voluntad de esta bipartición, no, existen diferencias estrictas entre los géneros ni entre las formas discursivas; atravesando la mayoría de ellos, Macedonio se dedicará a combatir la esterilidad de las clasificaciones y las pretensiones de dominio del sentido común, a cuyo absurdo dedica buena parte de su Humorística -proponiendo constantemente lo que el sentido común preferiría evitar-, en ignorada coincidencia con el Gramsci que asentaba en sus Cuadernos de la cárcel que "el sentido común es el folklore de la filosofía". 1 La indistinción genérica queda subrayada en una carta no enviada (destino de buena parte de las suyas) a Borges, donde el avatar postal coincide con el proyecto novelístico presentado en el Brindis a Scalabrini Ortiz y cuyas alternativas integran uno de la multitud de prólogos que se agolpan a la entrada de MNE: iniciar una nueva misiva dejando otra empezada en el lugar de donde se ha partido es el correlato epistolar de escribir a la par las "mellizas antagónicas" que son Adriana Buenos Aires como "última novela mala" y MNE como "primera novela buena". La relación problemática con los géneros se extiende a los vínculos entre disciplinas hasta derivar en afirmaciones como la de que "la Filosofía es un pseudo-género enteramente vago"; para Borges, será una rama de la literatura fantástica. Macedonio se impone teorizar para reordenar la literatura, para denunciar los efectos a los que "tres mil años de literatura sin severidad artística nos han acostumbrado". En ese propósito condena algo que en 1949 hará el propio Borges, pese a que en sus ensayos juveniles recomendaba la Ejecución de tres palabras, entre ellas "inefable". La condena de Macedonio -cuyas resonancias wittgensteinianas analizará Horacio González-2 alcanza a aquello que en El Aleph es la desesperación del escritor: ¿para qué escribir lo que de antemano; se reconoce como inefable? Destruyendo la idea de genio exaltada por el romanticismo, reconoce que la literatura ha sido reducida a una combinatoria azarosa por la cual "así como los médicos son los usureros de la curación espontánea, los literatos lo somos de la casualidad verbal". Esta convicción que se volverá proliferante y abarcará otros dominios que los de la Terapéutica -formulada como descreimiento en la medicina-y la Belarte, es la que reclama el trabajo simultáneo en los ámbitos de la Metafísica y de la Novela, siempre convocadas bajo esa forma del énfasis que es la mayúscula y que si no adquiere el carácter intimidatorio que suele distinguirla es por la intervención de la también mayusculizada Humorística.
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