Viage a la isla de Puerto-Rico en el año 1797, ejecutado por una comision de sabios franceses, de órden de su gobierno y bajo la direccion del capitan N. Baudin, con objeto de hacer indagaciones y col
[book]
André Pierre Ledru
1863
unpublished
A HKI, poncb, p. a. AL LECTOR. Nada hay indiferente en la historia de lo? pueblos: sus datos al parecer de menos importancia, pueden ser antorchas luminosas qu« aparten las tinieblas de una tradición mal conservada, ó hagan visible un hecho envuelto en la oscuridad de los tiempos: su revelación puede poner en nuestras manos el roto hilo de la historia y guiarnos con pié seguro por la extraviada senda. Por eso, aparte del mérito científico de la obra que me propongo verter á nuestra hermosa
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... a castellana, he creído de no escaso interés los sucesos y cuadros que en ella se bosquejan y que son para nosotros una página hermosa de la última mitad del siglo diez y ocho. La obra de Mr. Ledru será otro mas de esos datos que, esparcidos hoy, caerán un dia bajo el dominio de algún hábil colector que ee proponga encajonarlos y dar vida y movimiento á sus figuras históricas. ( 6 ) Al decidido amor á las letras que ha caracterizado en todos tiempos á mi distinguido amigo el Ledo. D. Joaé Julián de Acosta, de be el pais tener hoy en su seno el único ejemplar del libro que traduzco. Cuando vi sitaba Acosta la Capital de Francia completando su carrera científica, su espíritu escudriñador lo llevó á desentrañar de entre los innumerables puestos de libros viejos que apenas mira el viagero indiferente en las ori lias del Sena, tal vez el último ejemplar de una edición agotada y que tanto se roza con la historia y la flora de nuestra preciosa Isla: á él debe, pues, Puerto-Rico el conocimiento de este libro, que yo, con menos habilidad, pero con no tantas oblieacijnes que embarguen mi tiempo, he querido dar á conocer al pais á quien deseo ser útil. El Traductor. mes LNTKODÜCCIOK Objeto del viage. -Cartas del Ministro de Marina. -Instrucciones á los naturalistas de la expedición.-SalToconductodel Almirantazgo inglés. -Carlas del autor á so madre y á Mr de Jussieu. -Relación délos marinos y naturalistas de la expedición. El Capitán N. Baudin servía en la Marina francesa cuando la paz del año 1783, cuyo intervalo desarrolló en él un gusto decidido por las expediciones científicos. Deseoso de recorrer como naturalista observador, el mis mo Océano que tantas veces habia surcado como militar, púsose bajo los auspicios del Gobierno de Austria é hizo su primer viage á los mares del Sudpor los años .-786 y 1789, el cual dio por resultado la hermosa colección de plantas vivas que enriquecen hoy el Jardín Imperial de tchcenbrun. Infatigable Bandín en sus exploraciones, emprendió poco tiempo después otra expedición desde 1793 hasta 1795, y zarpando de Trieste en la fragata Jardinera, visitó la China, las islas de la Sonda, el Indostan, el (8 ) Cabo de Buena Esperanza, &c., &c. pero desgraciadamente, combatido á su regreso por un fuerte huracán, tuvo que recalar á la isla española de la Trinidad, en la América, para depositar en ella los restos de su pro* ciosa colección de Historia Natural, salvados del naufragio. Componíase la colección de ciento noventa y cinco especies de plantas vivas, una gran cantidad de conchas madréporas, petrificaciones, minerales, peces, insectos, cuadrúpedos, aves embalsamadas, &c. ' Baudin llegó á Francia el 8 de Junio de 1796, y ofreció su colección al Gobierno: el Directorio aceptó la ofrenda, y dispuso que la urca Bella Angélica, de 800 toneladas, surta en el Havre, se alistase para hacerse ala mar al mando del Capitán Baudin, dirigiéndose 'á las Antillas para recoger las colecciones que habia dejado allí depositadas; y con el fin de asegurar mejor el éxito de la operación, se acordó el nombramiento de cuatro naturalistas que debían acompañarlo con este objeto, ocupándose al mismo tiempo en hacer investigaciones relativas al objeto de la expedición. El Ministerio de Marina confió á los Profesores del Museo de Historia Natural la ' elección de los colaboradores de Baudin, ( 9 ) y cúpome la. honra de ser uno de los elec tos en mi calidad de botánico. Inciden tes diversos, y de los que me ocupare mas adelante, dieron á nuestro viage distinta dirección de la que nos señaló el Gobierno. Un temporal nos arrojó á las Islas Canarias; y los Ingleses, que se habían ya adueñado de la isla española Trinidad, se opusieron á que llevásemos á cabo nuestra misión, cuando arribamos á ella; y después de ocho dias de permanencia en aquellas aguas, el Capitán, que no queria volver de las Antillas sin corresponder de algún modo á la confianza que en él depositara el Directorio, por no regresar con las manos vacias, por decirlo así, resolvió tocar sucesivamente en las islas daneses y en la de Puerto-Rico. . Antes de entiar en materia, creo de mi deber advertir al lector las fuentes de donde he tomado los detalles que no son hijos de mis propias observaciones. Mi primer cuidado, al llegar á las islas que recorrimos, fué siempre investigar el nombre de las personas cultas que en ellaresidían, y, procurándome su sociedad, oir de su propia boca los informes que me eran necesarios: á muchos de esos señores soy deudor de preciosos objetos de Historia Natural y datos del sistema económico de 2 (10) las colonias, cuyo cuadro pretendo bosquejar. Entre estos, debo hacer particular mención de aquellos á quienes quedé ligada por el doble vínculo de la amistad y el padecimiento; y son Mr. Clerget, Comisario de Francia en las Islas Canarias y residente en Tenerife; el Sr. Marques de Villanueva, Gentil hombre de Cámara de S. M.; el Doctor en Medicina Don Domingo Savi-11011; y los Señores Cambreleng y Cologau, descendientes franceses, todos residentes en aquellas Islas. En igual deber estoy respecto á Mr. Desson de Saint-Aignan, colono francés en la Trinidad; Mr. Miehel, Comisario de nuestra nación en San Tilomas; Mr. de Maleville, Gobernador General de las islas danesas, residente en Santa Cruz; y sus dignos convecinos el distinguido botánico Mr. West, y el literato Mr. Charles Vandérbourg, conocido por sus estimables producciones; y por último, los Sres. Paris. Comisario francés en Puerto-Rico, y Raiffer, médico de nuestra nación residente en esta Isla. El Caballero de Azara, Embajador espa-7i ol en París, tuvo á bien facilitarme las cartas de las Canarias y Puerto-Rico por Tomás López; el Sr. Cavanillas, célebre botánico, me proporcionó la Historia de las Canarias por Clavijo, y la de Puerto-Rico por Soto-Mayor; y Mr. Buache, primer hidrógrafo de la Marina francesa, puso á mi disposición el mapa de Santa Cruz que publicó Oxholm en Copenhague el año de 1799. Para evitar repeticiones en el curso de la narración, debo advertir que los grados de longitud y latitud á que aludo en ella, cuando no hago escepciones, son siempre con referencia al meridiano de Paris. -Las medidas itinerarias están calculadas en leguas marinas de 20 al grado, que se componen de 2,850 toesas, ó 5,554.75 metros. Siendo las posiciones geográficas objeto de la mayor importancia, he procurado siempre traer en su apoyo las mas respetables autoridades. He sido testigo de muchos abusos, y estaba casi en el deber de señalarlos y apuntar las reformas que en mi juicio debieran introducirse en varios ramos de la administración pública; pero he tenido un especial cuidado en no manchar mi pluma, como lo han hecho no pocos escritores, con sarcasmos e ironías contra el carácter español, sus sacerdotes y su culto religioso: ese género poco delicado se confunde con la sátira, tan fácil de lastimar el agradecimiento y la justicia. El historiador imparcial no emplea jamás en los cuadros generales de un pueblo el co-( 1%) lorido que solo conviene ¿í algunos de su palabra, j Cuántos crímenes públi-( 13 ) rus. cuántos desordenes domésticos no arrastra consigo en otros países el hábito de la intemperancia y la perfidia ! Después que regrese á Europa, el Capitán Baudin visitó nuevamente á Tenerife, y uno de los sabios de esta expedición, M. Bory de Saint-Vincent, ha publicado unos Estudios sobre las Islas Fortunadas, obra recomendable, tanto por la historia de los guauches, pobladores primitivos de las Islas Canarias, como " por la descripción geográfica de aquellas Islas; sin embargo, he creido que su aparición no se oponia á que diese yo á conocer mis ideas sobre el mismo objeto. La estadística de un pais interesante por su clima y producciones, así como por la variedad de sus habitantes, ofrece siempre un vasto cuadro en que pueden á un mismo tiempo ejercitarse varios pintores: tal es la marcha de las ciencias; edificio inmenso cuyos cimientos arrancan desde las primeras edades del mundo, y que cada generación ha sabido ensanchar. Pongo eu vuestro conocimiento, que he aprobado la propuesta que me hicisteis de los cuatro naturalistas y el físico que deben embarcarse en la urca Bella Angélica que, al mando del Capitán Baudin, saldrá del Havre para la Isla española de la Trinidad en busca de objetos de Botánica é Historia Natural. Xo dudo que esos jóvenes, á quienes habéis sabido inspirar el amor á las ciencias, y cuyo talento conocéis, secundarán cumplidamente al ciudadano Baudin, contribuyendo al mejor éxito de una expedición que debe dilatar la esfera de aquellas. Seguro de que creeréis necesario guiar los (I (i) pasos de esos naturalistas en las investigacio que deben emprender, os suplico que les deis las instrucciones. necesarias sobre las diferentes parles de Historia Natural que mas particularmente deban cultivar. De acuerdo con vuestra indicación, he señalado á los ciudadanos Ledru y Mauger el sueldo anual de 3,000 libras, y 1,600 al ciudadano Riedle; íí los que se les anticipar;! un trimestre de sus asignaciones para los preparativos del vi age. Ciudadano: Pongo ec conocimiento U. que, debido á los informes que me ha da do sobre sus talentos el ciudadano Jussieu, director del Museo de Historia Natural, le lie elegido para que en su calidad de naturalista se embarque U. en la urca Bella Angélica, que debe partir para la Isla española de la Trinidad. Por las instrucciones que á indicación una le dará ese sabio naturalista, y bajo la dirección del ciudadano Baudin, Capitán de dicho buque, se ocupará U. en reunir objetos de Botánica é Historia Natural, formando colecciones que vengan á enriquecer el Museo Nacional. No dudo, ciudadano, que al celo que le anima mor la ciencia, asociará U. ese espíri 3 (ir) tu conciliador que debe reinan: entre todos los que cooperan á esta empresa; y espero que el ciudadano Baudin solo tendrá que hacerme elogios de los esfuerzos de todos en corresponder á la confianza que, tanto el ciudadano Jussieu, como vo mismo, hemos depositado en UU. Firmado. -Truguet. I I I gBBBECBBBWi INSTRUCCIONES REDACTADAS l J OR M. DE JU88IEU PARA LOb NATURA IJSTAh DE I A EXPEDICIÓN. Prepárase un viago en beneficio de ia Mih loria Natura], y el Gobiorno francés ha elegido hombres versados en esta ciencia para que, trasportándose á la desembocadura del Orinoco en la América, reúnan los diversos objetos que ofrece aquel suelo tan poco conocido de los naturalistas. El viage se verificará en un buque al man do del Capitán Baudin, que ha pasado la mayor parte de. su vida en investigacionesdel mismo género, y que cifra su gloria en e] enriquecimiento de las galerías y los jardines de plantas y zoológico del Museo de. Historia Natural. Los Profesores del Museo, que han propuesto el viage á nuestro Gobierno, formado el plan y elegido los colaboradores del Ca pitan Baudin, tienen al mismo tiempo el en cargo de redactar las instrucciones que sir (20) van á cada cual para llenar mejor su cometi do, á fin de que no se omita nada de cuanto pueda interesar á la ciencia y sacar el mayor partido de sus ilustradas escursiones. Los individuos electos son los ciudadanoL c.dru, botánico, Mauger, zoólogo, y Riedler, jardinero, y en calidad de auxiliares los acompañan los ciudadanos Tuffet, físico del buque, y Advenir hijo, discípulo de la Escuela de Minas. El Capitán, familiarizado con viages de esta índole, con la mayor previsión se ha provisto de todos los objetos y materiales necesarios al mejor éxito de su empresa. Los viageros electos están bien penetrados de la índole de su misión, y hé aquí porque está de mas estimular su celo, puesto que al designarlos se tuvo ya en cuenta sus buenas disposiciones: conviene, sin embargo, señalar los deberes comunes á todos, así como los individuales. Ante todo es conveniente recomendar á todos la concordia, una esmerada unión y una constante disposición á auxiliarse mutuamente en sus distintos cometidos; deberán con servar esa preciosa amistad, de concierto siempre con el Capitán Baudin que, muy conocedor y esperimentado en esas escursiones de Historia Natural, debido á los repetidos (2i ; riágea que con ese objeto lia practicado, puede proporcionarles los mejores documentos y ponerlos en el camino mas conveniente en ese género de trabajo. En esto estriba principalmente el feliz éxito de la expedición. Los naturalistas deberán aprovechar el tiempo de la navegación en consultar los libros que lleven á la mano, en preparar sus cuadernos y materiales para la disecación de las plantas, y sus cajas y redes para los insectos; observarán los animales marinos que tengan ocasión de ver en el tránsito, así como los que habitan las costas y las desembocaduras de los rios, y los que acompañan al buque en su travesía. No deberán olvidar la interesante familia de los zoófitos: llevarán un diario descriptivo de cada objeto, y ademas otro, en el que se consignen dia por dia todos los incidentes y la historia del viage, agregando las observaciones de toda especie que crean convenientes al objeto. Si durante la navegación se viesen obligados á arribar á algún pais, aprovecharán la oportunidad para estudiarlo, reuniéndose todos para recoger en poco tiempo el mayor aúmero de objetos. Tan pronto como lleguen á la Trinidad, objeto principal del viage, se apresurarán á (22) reunir datos y utilizar el tiempo, indagando al efecto cuál sea la localidad mas rica ej producciones naturales. Grande esmero aconsejo en ganarse la c confianza y el afecto, tanto de las autoridades, como de los habitantes, haciéndoles comprender que sumisión es puramente científica y que solo van en busca de productos naturales; empresa que, lejos de perjudicar la colonia, deberá producirle grandes benefi cios. porque los descubrimientos científicos son siempre ventajosos al pais en que se ha een. Para que no se descuide ninguna de la* importantes partes de la Historia Natural, eada cual deberá hacerse cargo de la que 1 4 (26) de acuerdo con el botánico elegirá las que se han de conservar en este estado: escogerá los pies mas á propósito para su reproducción, prefiriendo las plantas jóvenes, por ser mas fácil su conservación y conducción, colocándolas cuidadosamente en las cajas y en tierras análogas á su suelo natural. En estas mismas cajas, ó en otras si fuese conveniente, sembrará los granos en distintas épocas de la navegación, para que nazcan en el viage: durante la travesía se ocupará constantemente del cuidado de sus plantas, regándolas cuando convenga, sin olvidarse, al hacerse á la mar, de que se embarque el agua necesaria á este objeto, teniendo en cuenta la cantidad diaria que requieran y la duración del viage, y reponiendo la provisión en todos los puntos donde toque para ponerse al abrigo de la escasez. Al desembarcar las plantas en Francia, presenciará la operación y acompañará al buque en su subida por el Sena hasta el Museo, teniendo cuidado de que se le proporcione uno capaz de contener desahogadamente las colecciones, y que pueda al mismo tiempo pasar con libertad por debajo de los puentes de Paris hasta llegar á las mismas puertas del Museo, para evitar el trasborde de los objetos. El ciudadano Mauger, zoólogo, reunirá los animales de todas las clases, j muy parti- cularmente aquellos que considere nuevo», multiplicando los individuos por las razonen dichas, y los disecará según los sistemas conocidos para formar colecciones. Al separar las pieles para prepararlas, entregará el cuerpo del animal al anatómico, que hará de él el uso conveniente; pero antes de verificar la separación de la piel, cuidará que algunos de sus colegas, práctico en el dibujo, bosqueje la forma y actitud del animal, para que sirva de guia este diseño á los que rellenen y armen las pieles en el Museo y puedan acercarse á la verdad. Al mismo tiempo anotará en el diario que al efecto lleve, y bajo números que se correspondan entre sí, las observaciones mas interesantes que hiciere sobre el pais, las costumbres, usos, formas, tamaño" color y organización exterior de cada animal, sobre todo, de aquellos que por su novedad considere mas dignos de mencionarse, separando los que coja en distintos distritos, y cuidando de anotarlo así sobre cada caja para evitar confusiones. Ademas de los animales que se destinen á los gabinetes de Historia Natural, seria conveniente reunir algunos vivos, en particular, los que puedan aclimatarse en nuestro suelo, los domésticos, por la utilidad que reportan, y los que tengan una organización (28) espeoial y de cuyo estudio pueda la ciencia sacar algún partido, así como los de colores vistosos y formas bellas; y de acuerdo con el Capitán, estudiará la manera de conservarlos y de que lleguen á Francia sin sufrir accidente alguno. Para mejor conseguir este resultado, seria conveniente que, á mas de sus cuidados personales, lleve consigo un número de hombres entendidos y acostumbrados á esta ocupación para que la secunden, invitando al mismo fin á sus compañeros de viage, que encontrarán en esta fácil tarea una distracción que amenize las molestias y monotonía de la navegación. El principal encargo del ciudadano Tufíet es la conservación de la salud de los individuos que componen la expedición, y la asistencia de los que se enfermaren; así pues no cesará de aconsejar á sus compañeros de viage la sobriedad en el comer y la circunspección al llegar á la América, en cuyos paises han sido víctima muchos infelices, casi al pisar sus playas, solo por no ser parcos en el uso de las frutas nuevas para ellos, y por entregarse á la sensualidad é intemperancia. Debe pues recordarles á menudo que están en el deber de conservarse para mejor llenar la misión que les ha confiado su Gobierno, al que deben dar cuenta de sí mismos, como (29) deben darla á los sabios de su patria de las observaciones que hicieren y que aguardan con ansiedad para dilatar la esfera de las ciencias. Iguales consideraciones deberá también tener presentes el Capitán, que bien penetrado del espíritu é índole de esta empresa, considerará como uno de sus principales deberes salvar cuantos obstáculos se presenten para obtener un éxito feliz. El ciudadano Tuffet tiene ademas otra misión que llenar como anatómico, y se le excita á secundar al zoólogo tanto en sus investigaciones como en la preparación de los animales: es también de su especial encargo la disección de los animales, la preparación de sus esqueletos, la conservación que de algunas de las partes de sus cuerpos convenga hacerse en alcohol, y la descripción de las que no le sea posible conservar é importen conocerse y estudiarse: en una palabra, se encargará de todo lo que concierne á la organización interior de los animales. Al ciudadano Advenir, mineralogista, solo debo encargarle el exacto cumplimiento de las bien redactadas instrucciones que directamente ha recibido del xidministrador de la Escuela de Minas, y le aconsejo que reúna un número suficiente de minerales, pa-( 30 ) ra que pueda el Museo dividir con esa Escuela el fruto de sus trabajos. Las instrucciones generales que se han" dado á sus digno» compañeros de viage, son extensivas al mineralogista: su especial encargo es la mineralogía y todo lo que á esía ciencia atañe; pero así como sus colegas lo ayudarán en la parte que es de su cargo, de igual manera deberá, éste, en reciprocidad, secundar los esfuerzos de aquellos. El Capitán es el gefe de la expedición y su centro: á él pues corresponde elegir los lugares y la época en que deban visitarse: dispondrá las marchas y sus preparativos, ins peccionará la conservación de las colecciones, y se encargará de la manera y medios de trasportarlas: de su experiencia en esta clase de viages, así como de su celo, dependa el éxito de esta importante empresa. «T5? SALVOCONDUCTO DADO A LA EXPEDICIÓN POR EL ALMIRANTAZGO INGLES. Habiéndose dirigido los Profesores del Museo de París á Sir Joseph Brancks, Presidente de la Real Sociedad de Londres, suplicándole se sirviese solicitar del Gobierno inglés una autorización necesaria á nuestra ex pedición; este sabio, celoso protector de las ciencias, le dirigió al Ministro de Marina el siguiente salvoconducto, cuya traducción es como sigue: Mr. Charretier, agente de los franceses prisioneros de guerra que se encuentran en Londres, nos ha manifestado á nombre de las personas que ejercen en Francia los poderes del Gobierno, que en la Isla española de la Trinidad existe una colección importante de curiosidades naturales pertenecientes á un francés llamado Baudin, que las ha reunido en sus penosas escursiones practicadas en los varios y dilatados viages que al efecto realizó: que dicho Baudin desea trasportar su colección de la Isla Trinidad á Francia en el buque Bella Angélica, de 700 á 800 tonela-(32) das, armado en el Havre para ese objeto y el cual se dará á la vela bajo su mando: que la tripulación de dicho buque consistirá ac cincuenta hombres, á mas de un botánico, un naturalista y un jardinero que irán en la expedición ¡Dará atender á los objetos de la i lección y vigilar su conservación. Al mismo tiempo, habiendo Mr. Charretier solicitado de nuestro Gobierno un permiso autorizando al Capitán de dicho buque para que realice su proyectado viage entre la Trinidad y Francia, poniéndolo á cubierto de toda detención ó insulto que pudieran ocasionarle los cruceros de Su Magestad que encontrase en la travesía, siempre que llene por su parte las condiciones de su misión que aquí se expresan, no mezclándose en ninguna expeculacion mercantil, y sin mas objeto que el indicado: Kos ) haciendo justicia á dicha petición, ordenamos por la presente á todos los Capitanes y Comandantes de buques mercantes y de guerra de Su Magestad que pudieran encontrar á dicho buque en su travesía, se abstengan de hacerle ofensa ni detención alguna, permitiéndole que continúe su marcha libremente. Dado bajo nuestra firma y con el sello del Almirantazgo, hoy 28 de Junio de 1796. (Siguen la* firmas de ¡os Lores del Almirantazgo.) A Mí MADRE. Havre 28 de Setiembre de 1 796. La sola idea de escribiros hace palpitar mi corazón. ¡ Ojalá pudiera mi pluma trasmi->s la expresión de los sentimientos que él juo inspira hacia vos! Cuando leáis esta carta, el viento y las olas me empujarán hacia el Nuevo Mundo, donde voy á llenar la misión qjue me ha confiado el Gobierno. Al dar principio á la importante y laboriosa carrera que ante mí se abre, mas que á mis conocimientos en la Historia Natural he consultado mi celo y afición por ese encantador estudio. No os quiero disimular las fatigas y peligros que acompañan siempre á una larga navegación. El terrible elemento á quien oso confiar mi frágil existencia puede ser mi sepulcro, y si salvo de las tempestades, tal ve» sucumba víctima del clima abrasador en que 5 ( 34 ) debo vivir por muchos meses., Sin embaió mi valor no se abate, pues sé que el ciudadano debe sacrificar su tranquilidad, su salud y aun su propia existencia en anís del bien público y del progreso de los conocimientos humanos: no de otro modo pudiei pensar los célebres naturalistas que rae han precedido en la carrera de los viages. Lejos estoy de poseer el genio y los talentos que caracterizaban á esos hombres ; pero cual ellos siento en mi corazón el amor por las ciencias y el deseo de aumentar sus riquezas, ofreciendo un día á mi patria el resultado mis estudios. Tales son, madre mia, los sentimientos que experimento al separarme de vos y de cuanto existe de mas querido en el mundu para mí : mi familia, mis amigos y mi patria. Ah ! los nombres que acabo de pronunciar despiertan toda la sensibilidad de mi alma.... Si felizmente quisiese el Cielo devolverme ileso á vuestro lado, ¡con cuánto placer volveré á ver la Francia, los lugares que me vieron nacer, y á vos, sobre todo, tierna madre, vos, cuya memoria será el consuelo mas dulce para mí cuando me halle sobre los mares y en medio de las naciones estrañas que voy á visitar ! . Dentro de un mes me encontraré en la ( 35 ) América, y diariamente, á las siete y tres cuartos de la mañana, la imagen de la madnmas querida estará fija en mi memoria: haced que la de vuestro hijo ocupe la vuestra á las doce en punto del dia, y nuestros corazoi se comprenderán al mismo instante. AL CIUDADANO JUSSIEU, M1KMJ3UO DEL INSTITUTO NACIONAL Y DIRECTOR )^Kr. IfUSEO DE HISTORIA NATURAL. Havre 29 de Setiembre de 1796. La confianza que habéis depositado en mí admitiéndome entre los naturalistas que el Gobierno os. encargó elegir para enviarlos a] Nuevo Mundo, me impone el grato deber ciones del sabio Jussieu, Director del Museo de Historia Natural, aprovechó el iníb que la arrojó á aquellas playas y se consagró' al estudio del pais, en que permaneció ha el 15 de Marzo del siguiente año, sacar gran partido de los ciento veinte y fíüeve dias de residencia en aquellas preciosas L- La Bella Angélica, casi destruida por el temporal, fué abandonada, y los expedicionarios, trasladados al bergantín americano Fanny, de 200 toneladas, emprendieron nuevamente su marcha el 15 de Marzo, con rumbo á la Trinidad, viéndose obligados á descartarse de cincuenta y siete hombres de la tripulación, que dejaron en tierra por la poca capacidad del nuevo buque. En la mañana del 10 de Abril se divisaron las costas meridionales de la Trinidad, y por la tarde ya estaba anclada l&Fanny en su principal puerto. Un suceso tan imprevisto como desgraciado vino á hacer fracasar el principal móvil de aquella empresa científica. La Inglaterra estaba en guerra con España por su alianza con la Francia, y aquella Isla, mal defendida, se rindió á la sola presencia de los cañones británicos, sin que sus habitantes intentaran siquiera la heroica y honrosa resistencia que pocos dias después ciñó de inmarcesibles laureles la frente de los Puerto-Riqueños, que supieron abatir las mismas orgullosas huestes que arrogantes pidieron también la rendición de nuestra plaza, para mas tarde abandonar el cerco con que la estrecharon, dejando nuestros campos cubiertos de muertos, heridos y dispersos. Trinidad, pues, por la ley de la fuerza* era ( 41 ) ya inglesa desde el 10 de Febrero de 1797, y los expedicionarios científicos, aunque contrariados en parte por tan inesperada vicisitud, creyeron poder enderezar el curso de los sucesos con el salvoconducto del Almirantazgo inglés ; pero todo fué en vano : el General Picton, Gobernador de la nueva colonia inglesa, aunque al principio se mostró afable con sus sabios enemigos, dándoles inequívocas muestras de aprecio y deferencia, concluyó por negarles la entrega de los objetos de Historia Natural que allí habia dejado en depósito Baudin, ordenándoles abandonar el pais. Yanos fueron los esfuerzos de Baudin para persuadir al celoso británico que si sus naciones se encontraban en guerra, las ciencias estaban siempre en paz en todo el mundo : todo fué inútil, y dándose á la vela la Fanny bajo la escolta de un bergantín inglés, hizo rumbo hacia las islas danesas, separándose de su molesto compañero el 21 de Abril. Ocho dias después, el 29 del misino mes, la infortunada nave anclaba en la espaciosa y segura rada de San Thomas, y allí supieron los viageros que los emprendedores Ingleses hacía doce dias que sitiaban la capital de Puerto-Rico, poniendo á prueba una vez mas el valor y arrojo Borinqueño.
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