Review: "Con hambre y sin dinero" (2017) de Ena Lucía Portela

Mayerín Bello Valdés
2019 Mitologías Hoy  
Con hambre y sin dinero y ... con todo su talento: modos del ensayo de Ena Lucía Portela Con un título urgente y desafiante se presenta el cuaderno de prosas reflexivas de Ena Lucía Portela, publicado por Ediciones Unión en 2017, Con hambre y sin dinero. Se trata de una miscelánea donde conviven ensayos propiamente dichos con reseñas, artículos de ocasión, crónicas, en fin, un conjunto de colaboraciones con finalidades diversas y nacidas en diferentes coyunturas, pero que también exhiben un
more » ... gable aire de familia, no solo entre sí, sino con formas de expresión reconocibles en sus novelas y cuentos 1 . El parentesco se hace todavía más evidente cuando algunos de estos textos incurren en deslices narrativos, ya sea porque un acontecimiento o una situación adquieren protagonismo tal que se erigen en centro aglutinador de la reflexión o dan pie a ella (es el caso de "Hablando como los locos"); ya sea porque se abren paréntesis diegéticos como una manera, quizás, de aligerar y amenizar las cavilaciones ("La ciudad inventada"; "Una hora antes del alba"); ya sea, por el peso que tiene lo anecdótico en todo el libro. Otro recurso que abunda en el volumen y connota los modos del ensayo de Ena Lucía Portela es la digresión o el excursus. Algo que en la novela y sobre todo en el cuento hay que manejar con sumo cuidado para que no atente contra el ritmo narrativo, aquí constituye una vía para que, sin evadirse totalmente del tema central, la autora realice conexiones con otras esferas de 1 La edición corrió a cargo de Daniel Díaz Mantilla, autor también del prólogo titulado "Aun así derribamos algunos templos" (pp. 7-13). Los ensayos fueron publicándose entre 1999 y 2014. Mayerín Bello Mitologías hoy | vol. 19 | junio 2019 | 385-393 386 conocimiento, dé pie a una referencia cultural o a una evocación, de forma que un escrito concebido como reseña de un libro en particular deviene reflexión sobre otro argumento igualmente interesante. Tal procedimiento se puede corroborar, por ejemplo, en el enjundioso y largo ensayo que dedica a Poe, "Nadie me injurió impunemente", cuyo título es la traducción de la inscripción latina que aparece en el escudo de armas del personaje que narra el cuento "El tonel de amontillado": Nemo me impune lacessit. Es este un ensayo modelo, un estudio finísimo del relato donde, como es conocido, el narrador cuenta cómo emparedó a otro personaje, un noble más poderoso que él y que hacía pesar esa superioridad con desprecios y humillaciones. Sin perder nunca el norte, es decir, la exégesis del cuento, la ensayista se las arregla para insertar una vivencia personal de cuando era una joven lectora -una polilla ávida, se llama a sí misma-, y nos regala una noticia insólita y curiosa. Informa que, a mediados de los años 80 del siglo XX, en el suplemento dominical del periódico capitalino Tribuna de La Habana aparecían, domingo tras domingo, crónicas de asesinatos allí ocurridos durante la época colonial. Y reporta algunas noticias tremendistas de aquellos crímenes, entre ellos, entierros prematuros como los que le gustaba narrar a Poe y tras él otros autores, como el también norteamericano Ray Bradbury y el uruguayo Horacio Quiroga, cuyo modus operandi en el tratamiento del tema se compara con el de Poe. Tampoco faltan meditaciones sobre los psycho-killers, sobre cómo los ha aprovechado el cine para despertar ciertas emociones intensas y también el best seller de espionaje a lo John Le Carré. A todo ello se suman libérrimas especulaciones, sazonadas con ejemplos literarios, acerca de quiénes son más proclives a la venganza -pues de venganza trata "El tonel de amontillado" -, si los nórdicos o los latinos. La lista no es exhaustiva, se diserta en otro momento durante dos páginas acerca de la igualdad de base de toda la especie humana y cómo atentan contra ella la intolerancia y la segregación, lo que puede revertirse en una reacción criminal pues no todas las personas etiquetadas como "inferiores" lo asimilan del mismo modo. Todas estas digresiones están, sin embargo, tan bien trenzadas con el hilo principal, esto es, la lectura a fondo y la interpretación del cuento, que terminan por verse como prolongaciones necesarias, amén de estimulantes, para emprender nuevas lecturas. Y para releer a Edgar Allan Poe. Otro aspecto que marca muy particularmente estos escritos es su acentuado tono conversacional, desenfadado, familiar. Harto señalado por la crítica como característico de su prosa narrativa, 2 sobresale en un género donde no suele ser común, y donde dicha familiaridad lleva a Portela al uso de expresiones propias de la norma cubana, algunas de ellas pertenecientes a un registro estilístico "bajo", bajeza que, lejos de enturbiar la frase o degradarla la distinguen, por el contrario, de modo inconfundible en el contexto de la 2 Véase, por ejemplo, el imprescindible ensayo de Nara Araújo: "Erizar y divertir: la poética de Ena Lucía Portela", en Diálogos en el umbral, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2003, pp. 82-111. Igualmente, el texto de Laidi Fernández de Juan: "Las cien botellas de Ena Lucía Portela", en La Jiribilla. Revista de cultura cubana, año XII, 25 de junio al 1 de julio de 2016.
doi:10.5565/rev/mitologias.625 fatcat:s2xwvifel5hfpbytbsojich5yy