Eugenio Núñez Ang La fascinación POR EL DEMONIO La dispersión de la luz y el lento asesinato la derrota del cielo

Rafael Alberti
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|a primera vez que oí hablar del diablo fue a los cuatro o cinco años, en esos largos y fríos Inviernos que pasábamos en el pueblo de mi padre. 'Una noche, alrededor de la fogata, una de las primas empezó a convul sionarse. Alguien dijo que estaba "como poseída", las demás se persignaron y dijeron a coro 'Ave María Purísima". "Es el diablo... Se mete al cuerpo de los que se portan mal", me explicó Chabe. "No le hagas caso-me dijo la tía Lupe. No le metan ideas al niño"-las reprendió a todas
more » ... ntendiéndose de los hombres que fascinados veían cómo ese cuerpo se arqueaba, se revolvía jadeante, dejaba al descubierto las torneadas piernas morenas, sudorosas, y el pecho se le agita ba agigantándose, mientras de la boca escurría una espuma. "Lo que ésta necesita es un hombre", sentenció Rufina montándosele mien tras le acariciaba el vientre. "¡Jesús Bendito, qué cosas dices, muchacha!", replicó la Tía Lupe. Pero en los ojos de todos brillaba un fulgor que mucho tiempo después aprendí a leer como la señal del deseo o de la "calentura", como dijo Rufinaen ese momento. Para AlanWatts (2000), los occidentales vivimos "colga dos del sexo": "De todas las religiones del mundo, el cristianismo es la única cuya máxima preocupación es el sexo, incluso más que elyqg^a tántrico o cual quier otra clase de culto a la fertilidad que pueda haber existidosobre la faz de la tierra". Por eso, cuando el hombre inventó a Dios, también inventó al diablo y en éste puso toda la carga del pecado original, de la sexualidad, de la sinuosa Acoijón La Colmena • 91
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