Rodríguez Coronel, Rogelio. El rastro chino en la literatura cubana. Editorial UH, 2019. 208pp
Margarita Mateo Palmer
2021
Transmodernity
No con una mirada pasatista hacia los orígenes fantasiosos de las tierras del Gran Khan, sino con un picante y gozoso reguetón donde la corneta china−instrumento de particular sonoridad de la conga santiaguera−adquiere un relieve protagónico a través de la música misma y de una letra que incita a bailar, a perrear "al swing de la cornetica"-y a realizar con ella otras acciones que sería indecoroso citar aquí-se adentra Rogelio Rodríguez Coronel en su búsqueda de la presencia china en la
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... ra cubana. Su postura, desde luego, lo lleva necesariamente a mirar atrás, pero no hacia aquel pasado remoto de los orígenes, más europeos que caribeños, sino al que comienza con la introducción de los culíes en la isla en 1847 y se refuerza con la llegada de los chinos californianos desde 1860. Es claramente a partir de la segunda mitad del siglo XIX que queda delimitado, con fosforescentes cintas amarillas, el período temporal de su estudio o lo que también pudiera denominarse "la escena del crimen", siguiendo una tradición popularizada por la serie radial Chang Li Po de Félix B. Caignet en 1936−y más tarde por el primer largometraje cubano con sonido, La serpiente roja (1937). Esta inclinación de asociar el misterio, el rastreo, la búsqueda de soluciones a los enigmas con la cultura china vinculada con el paciente y parsimonioso detective asiático, hallará continuidad en textos como "El caso Baldomero" de Virgilio Piñera y, más recientemente, con La cola de la serpiente (2011) de Leonardo Padura. La referencia al cartel del notable caricaturista Conrado W. Massaguer que promocionó el filme resume algunas de las claves en torno a las que girará El rastro chino en la literatura cubana. En el libro de Rodríguez Coronel se trata de una gran escena del crimen centrada en la literatura escrita, que, de entrada, propone al lector algunos acertijos que deberá resolver por sí mismo. Como una especie de enigma se presenta su estructura, que ofrece interesantes indicios. Se trata de siete capítulos sin título, solo enumerados, mas encabezados-y he aquí la clave, muy al margen, del arcano que propone-por un proverbio chino que les sirve de referencia. Es tarea del lector llenar el vacío de los títulos ausentes de cada capítulo a partir de los mensajes−sugeridos y cifrados−que insinúan las citas. Así, por ejemplo, en el capítulo final, el
doi:10.5070/t49755864
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