La espiritualidad de la Hija de la Caridad

Anne Prevost, Anne Prevost
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particular como los Fundadores se sintieron interpelados por Jesucristo e invitados a participar en su vida y en su misión. A. Una espiritualidad bautismal Como todo bautizado, las Hijas de la Caridad están llamadas a la plenitud de la vida cristiana. Toda nuestra vida de Hijas de la Caridad se enraiza en nuestro bautismo. Por el bautismo, las Hijas de la Caridad son incorporadas a Cristo y consagradas a Dios: «Como hijas de Dios por el Bautismo y miembros del Cuerpo Místico, las Hijas de la
more » ... idad se dirigen al Padre, por el Hijo, en el Espíritu. Aspiran a vivir en diálogo continuo con Dios, poniéndose en sus manos en una actitud de confianza filial y de sumisión a su Providencia...» (C. 2,2) Los Fundadores nos recuerdan con insistencia que ser «buenas Hijas de la Caridad» es ser buenas cristianas (SV IX, 127 / ES IX, 132). En la línea de la consagración bautismal, nos comprometemos a vivir y actuar con el espíritu de Jesucristo. «Cuando se dice que el Espíritu Santo actúa en una persona, quiere decirse que este Espíritu, al habitar en ella, le da las mismas inclinaciones y disposiciones que tenía Jesucristo en la tierra, y éstas le hacen obrar, no digo que con la misma perfección, pero sí según la medida de los dones de este divino Espíritu» (SV XII, 108 / ES XI, 411). Por tanto, no es posible hacer lo que Cristo hizo sino a condición de ser lo que Él fue. "... el que viese la vida de Jesucristo vería sin comparación algo semejante en la vida de una Hija de la Caridad" (SV IX, 592 / ES IX, 534). Según la experiencia de fe de los Fundadores, el espíritu de humildad, de sencillez y de caridad es la expresión concreta del Espíritu de Jesucristo que debe animar nuestra vida de Hijas de la Caridad. «Dios quiere que las Hijas de la Caridad se dediquen particularmente a la práctica de la humildad, la sencillez y la caridad» (SV IX, 596 / ES IX, 537). Revestidas del Espíritu de Jesús Servidor, nos arriesgamos a vivir con Él, como Él, a seguirlo, a reproducir su manera de vivir y de obrar, a imitarlo. B. Una espiritualidad cristocéntrica Todo cristiano está llamado a seguir a Cristo y a imitarlo, pero se le ofrecen varios caminos para llevar esto a la vida. Como Hijas de la Caridad, estamos llamadas a seguir a Cristo como los Fundadores lo descubrieron a través de su experiencia espiritual: «La regla de las Hijas de la Caridad es Cristo, al que se proponen imitar bajo los rasgos con que la Escritura lo revela y los Fundadores lo descubren : Adorador del Padre, Servidor de su designio de Amor, Evangelizador de los Pobres». (C. 1.5) Un contexto: la Nueva Evangelización
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