Cadalso y Montesquieu: lujo y doux commerce

Emilio Mata
2014 unpublished
La discusión sobre el lujo se convierte en una cuestión de vital importancia en el siglo XVIII porque, más allá de consideraciones de orden moral o de las explicaciones históricas sobre su papel en el devenir cíclico de las naciones (crecimiento, auge, decadencia) a partir de las disquisiciones sobre la decadencia del imperio romano, implica la licitud de las actividades económicas distintas de las entonces consideradas básicas, ganadería y agricultura. Es decir, frente a las incitaciones a la
more » ... virtud", tanto las de naturaleza estoica como las cristianas, plantea la licitud y conveniencia de las motivaciones económicas en el ser humano, reflejo de una concepción focalizada en la vida del hombre, desligada de las preocupaciones por el más allá. Lo que se convierte en el centro de interés ahora es la "felicidad temporal del hombre" de la que habla Jovellanos en el Informe sobre la Ley Agraria (391). Desde una perspectiva más elemental, el debate sobre el lujo va a mostrar también las críticas a los excesos y los gastos superfluos de las clases adineradas. Pero el planteamiento que se efectúa en el siglo XVIII es mucho más complejo. Los ilustrados dieron, como es sabido, una gran importancia a la vida en sociedad, a la sociabilidad en todas sus vertientes. Frente a la actitud nostálgica, reverdecedora del mito de la Edad de Oro que se refleja en Fénelon y, más tarde, en Rousseau, que evocan con admiración una forma de vida primitiva, apegada a la naturaleza, dedicada a la ganadería y a la agricultura, los ilustrados propugnarán las virtudes de la vida social y los beneficios del desarrollo económico que se produce en las ciudades. En ese contexto, tópicos morales tan tradicionales como la condena del lujo (y, en general, de las actividades económicas distintas de la agricultura y la ganadería) adquirirán un enfoque bien distinto. De modo que, si bien siguen presentes las ideas tradicionales de los moralistas acerca del lujo como corruptor de las costumbres y causante de la decadencia de la nación, los ilustrados empezarán a defender el lujo como motor económico. Con todo, el propio Montesquieu traerá a colación los efectos corruptores del lujo, atribuyendo a su efecto la decadencia de los trogloditas (el pueblo de la fábula política que desarrolla en las Cartas persas, XI) y de los romanos (Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los romanos y de su decadencia). La contradicción en la que incurre Montesquieu al culpar al lujo de la decadencia del imperio romano a la vez que defiende sus beneficios sociales se explica por la diferente valoración que proporciona al lujo en función de las distintas formas de gobierno: perjudicial en la república, "oportuno" en las monarquías y en los estados despóticos. Esta diferencia se explicaría por los principios que, según afirma, rigen las distintas formas de gobierno: la virtud, la república; el honor, la monarquía; el temor, el despotismo. Para la monarquía, en cambio, "es muy necesario que haya lujo", ya que, como observa en El espíritu de las leyes, "si los ricos no gastan mucho los pobres se morirán de hambre"(186). Cadalso también dará claras muestras del tópico moral del lujo como corruptor. En las Cartas marruecas aludirá en distintas ocasiones al lujo como resultado de la relajación de las costumbres, 1 en relación con el tópico del devenir de los estados como un ciclo, en paralelo al de las edades de oro, plata, hierro y bronce, de manera que de la 1 "Si reinan el lujo, la desidia y otros vicios semejantes, frutos de la relajación de las costumbres", Cadalso, carta IV, 20.
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