Entre las exigencias, supuestamene académicas, que azotan a nuestras instituciones universitarias se ncuentra la muy extraña de aumentar artificialmente los doctorados. Muy extraña, porque nadie en nuestras universidades públicas perdió de vista que los doctorados constituían el paso superior en la formación universitaria, que capacitaban altamente para la investigación y que, en la medida en que se hubiera efectuado antes una maestría o una formación específica para la docencia superior,

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... n en condiciones de ejercer la docencia universitaria. Insisto, la docencia universitaria sólo puede ser el resultado de una labor previa de investigación. Lo que vengo afirmando es hasta tal punto relativamente evidente en la vida universitaria internacional, que en Estados Unidos no puede concebirse un profesor universitario sin doctorado, y en Alemania, Francia, Polonia y otros países europeos se exige un segundo doctorado que habilita especialmente para la docencia universitaria. La Habilitation alemana no sólo permite el ejercicio de la docencia universitaria, sino que para aquel que la obtiene la ley prevé que se le debe crear su cátedra...