Hugo Berbejillo, Una cinta ancha de bayeta colorada. Desandanzas del Goyo Jeta. Montevideo, Ed. Proyección, 1993, 273 páginas
María Teresa Gabriela Basile
1996
Orbis Tertius
Hugo Berbejillo, Una cinta ancha de bayeta colorada. Desandanzas del Goyo Jeta Montevideo, Ed. Proyección, 1993, 273 páginas. La apertura democrática del Uruguay en 1985 desató la escritura de un corpus, ya notable, de novelas históricas que indagan el problema de la identidad nacional a través de la revisión del pasado. Algunas de ellas, como ¡Bernabé, Bernabé! (1989) de Tomás de Mattos; El príncipe de la muerte (1993) de Fernando Butazzoni; El archivo de Soto (1993) de Mercedes Rein y Una
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... a ancha de bayeta colorada (1993) de Hugo Berbejillo, comparten semejantes inquietudes: los crímenes, traiciones y barbaries cometidas en el siglo pasado. Quizás resulten un intento por buscar en la historia en origen que explique las recientes dictaduras militares de la década de los 70 en el cono sur. Dos momentos históricos se yuxtaponen en Una cinta ancha.... a modo de contrapunto que va marcando los cambios y transformaciones que van de una a otra época. El periodista Gaspar Salamanca aparece en la casa montevideana del General Gregorio Suárez, el Goyo Jeta, en pleno gobierno de Latorre (1879), dispuesto a iniciar una entrevista que le permita escribir la biografía de aquél. El presente de la conversación está marcado por la situación política del viejo caudillo, ahora encerrado en su casa y custodiado por los sicarios del Presidente. Desde este presente se recuperan los hechos históricos, la gesta caudillista, las guerras civiles, los motines y traiciones de las décadas inmediatamente anteriores. Parodi y el Goyo Jeta representan ambos momentos histéricos, con su filiación a dos sectores disímiles dentro de la sociedad uruguaya -hombre de negocios y finanzas / caudillo-, con su pertenencia a diferentes espacios -Montevideo y la campaña-, y con sus diversos modos de vida ideales, personalidades e intereses. El texto abre su primer capítulo con el motín de Montevideo (1875), luego del cual el coronel Latorre se adueña del poder inaugurando una nueva época. La casta militar, personera de los sectores prominentes del comercio y las finanzas montevideanos y de los latifundistas de la campaña, sienta las bases de un poder centralizado, el del Estado moderno, único capaz de asegurar, a su juicio, la paz que estos sectores solicitaban para que la modernización del país estuviera a la altura de los reclamos de los intereses extranjeros. Este es el presente que, desde su ventana observa el Goyo Jeta y que Salamanca se ocupa de señalarle: "Las barrigas prominentes de los comerciantes de ultramar, los nuevos dobles apellidos compuestos (....) las nuevas recepciones sociales en las casas quintas del Prado", cambios que repercuten en la campaña en vías de modernizarse: "los animales de raza (...) las estancias, general, ya no tienen peonada que levantar a punta de lanza al, grito de la divisa (...) Ya se pudrieron los huesos de los últimos gauchos de vida alzada". Fueron obra de Latorre las medidas que implementaron estos cambios: "Y ya el país tiene una autoridad central general" (p. 14), "El alambrado de los campos y la Ley de Abigeato y el Código Rural". Presente de Latorre que clausura el poder de los caudillos, sus valores y sus luchas, convirtiendo el pasado de Gregorio Suárez en un "museo". En torno a la figura del Goyo Jeta se desanuda la historia de las guerras civiles, con sus principales actores, desde Oribe y Ribera, Venancio Flores, César Díaz, Anacleto Medina, Leandro Gómez, Timoteo Aparicio, junto a la presencia de argentinos, brasileños, paraguayos e ingleses. Los sucesos se suceden unos a otros, Arroyo Grande, Quinteros, La Cruzada Libertadora, Paysandú, la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, en fin, los motines, levantamientos, pactos, intentos fusionistas y reacciones, asesinatos, que signaron la historia de las luchas sangrientas. Estas dos fuerzas históricas, que articularon los principales sucesos del Uruguay de entonces, se van tejiendo paralelamente a lo largo de la novela desde su mismo inicio. Con un "Estado débil", en un país dividido entre Montevideo y la campaña -"no un país sino una endeble suma de islas de poder", Parodi y Gregorio Suárez comienzan, de modo paradigmático, a diseñar su propio poder. Parodi, "flojo" para la guerra, comienza su carrera en Montevideo con "su escritorio y su tintero"; carente de escrúpulos, asciende vertiginosamente en la escala social a través de la especulación con certificados de sueldos, comprando títulos de Deuda del Estado, acaparando tierras fiscales e iniciándose en variados negocios. Modos del ascenso de la clase financiera y comerciante que fue adquiriendo poder a través de las instituciones comerciales, el dinero, la Bolsa, los recientes Bancos, la especulación financiera y el usufructo de los dividendos que las guerras permitían sin el costo de ensuciarse las manos en el frente de batalla.
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