tera de Fr. Juan y noticias de sus condiscípulos de este tiempo. Y se cierra el capítulo ante el horizonte de Duruelo, primer convento de descalzos inaugurado en noviembre de 1568. El «riesgo» caracteriza este cambio de rumbo, cuya consecuencia -la prisión en Toledo-«no podemos menos de rechazar con toda honradez y llaneza» (p.244). El autor recuerda brevemente esta persecución y la del final de su vida, en este caso por los descalzos, como las experiencias que otorgaron a fray Juan una

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... a de la cruz que se correspondía con su nuevo nombre, Juan de la Cruz. Un «Epílogo» rastrea la memoria de San Juan de la Cruz en Fontiveros, Medina y Salamanca, desde el siglo XVII hasta la actualidad: testimonios de devoción, centenarios, congresos. Un apéndice documental, en que merecen destacarse documentos relativos al P. Rengifo, las referencias de las fuentes manuscritas y una muy amplia bibliografía completan la obra, que cuenta también con un índice de nombres. Vale la pena, por último, destacar dos aspectos de la obra: el rigor en el tratamiento de los datos históricos y el equilibrio al abordar las cuestiones abiertas, polémicas o simplemente debatidas, que no son pocas al tratarse de los años en los que se forja la personalidad del santo, la «vida oculta», podríamos decir, de Juan de la Cruz. Con todo, el principal valor de este libro consiste en que logra su objetivo: desvelar las raíces del hombre y del carmelita mediante un tratamiento ejemplar de los contextos históricos, desde los cuales se arroja no poca luz sobre su biografía.-MARÍA JESÚS FER-NÁNDEZ CORDERO.